Aviso cariñoso Memoria Civil, núm. 14, Baleares, 6 abril 1986 Miquel Villalonga
Miquel Villalonga Pons Aviso cariñoso No tengo tiempo para escribir, ni el público tiene paciencia para leer artículos literarios. Haré, pues, escuetamente, una advertencia a algunos de mis lectores. Sabido es que los bombardeos decretados por la Generalitat de Cataluña contra la isla catalana de Mallorca, han tenido la virtud de hacer reaccionar a todos los mallorquines, incluso a los que ahora se venían denominando catalanes de Mallorca. Hoy todas las personas honradas de Mallorca se enorgullecen de ser, única y exclusivamente, mallorquines de España. Pero, emboscados en nuestra isla, permanecen algunos señores que se siguen considerando solidarios de la Generalidad, y de sus piraterías aéreas. No les discuto su triste derecho a opinar de esta manera, pero si quiero hacerles una advertencia leal: Estáis en país enemigo: vuestra situación es análoga a la de un francés residente en Alemania durante la gran guerra. Ya no podéis abandonar Mallorca, agradeced, al menos, la hospitalidad que a vosotros, enemigos, os otorgamos, Cualquier manejo vuestro será ejecutiva y fulminantemente reprimido. No os llaméis al engaño si os sucede un contratiempo desagradable. Todo esto nada tiene que ver con los catalanes españoles y honrados -como ese artillero citado por el señor García Ruíz en su alocución de ayer- que reside en Mallorca y que por ser español, son nuestros hermanos y pueden considerarse en su propia casa. Paralela a la Cataluña oficial de los missatjes, existe otra, española, laboriosa y digna, a la que nuestro ejército habrá de librar del yugo de la Generalitat. Termino reiterando mi aviso a los enemigos residentes en Mallorca. Creo que es cortés y hasta cariñoso. Si puedo evitarles a unos cuentos señores -cuya pista me imagino- el riesgo de decir unas cuantas tonterías -ya que hacerlas les va resultar difícil- y evitar también a mis amigos el sentimiento de tener que sancionarles, me creeré recompensado de la molestias que me ocasiona el dirigirme a los solidarios de la piratería aérea. EL DIA, 30 junio de 1936 |