En
febrero de 1937, Málaga, ciudad que se había
declarado partidaria del legítimo gobierno
republicano, sucumbía ante el empuje de un
nutrido ejército mayormente integrado por
trece batallones italianos al mando del
general Roatta. La ciudad no opuso
resistencia originándose un éxodo masivo de
la población civil hacia Almería por la
costa, vía Motril, dirigiéndose hacia la
ciudad más cercana que se encontraba en
manos de las fuerzas leales, para evitar las
represalias.
En la
gran columna humana se calcula que
participaron unas 40.000 personas, hombres,
mujeres, ancianos y niños que fueron
sistemáticamente ametrallados y bombardeados
por la aviación italiana y por la artillería
emplazada en las cubiertas de los buques de
guerra “Almirante Cervera” y “Baleares”.
El número de víctimas civiles, inocentes,
fue enorme. Las cifras totales de fallecidos
se desconocen pero las apreciaciones
existentes no bajan de los 3.000 muertos
–existiendo fuentes que sitúan la cifra
entre 5.000 y 15.000 fallecidos – así como
numerosísimos heridos producidos por la
aviación italiana y la artillería naval que
acosaba a los huidos desde la cercanía de la
costa. Según relato de Encarnación
Barranquero, en “Victimas de la Guerra
Civil”, obra colectiva coordinada por el
historiador Santos Juliá, “tiraban a los
acantilados para que la metralla, al
rebotar, hiriera a la gente”.
El
camino se cubrió de muertos y heridos,
mientras muchas familias perdían a sus niños
en su huída. Almería, que contaba en la
época apenas 60.000 habitantes tuvo que
cargar, sin medios, con esa avalancha humana
de refugiados. En los meses siguientes a la
toma de Málaga fueron asesinadas en esta
ciudad más de 1.500 personas. El bombardeo
de Málaga junto con las atrocidades
cometidas por las tropas del coronel Yagüe
en Badajoz y el cruel bombardeo sobre
Guernica, forman parte de la iconografía de
la represión fascista más despiadada por ser
actuaciones indiscriminadas dirigidas contra
población civil indefensa.
La
marinería, al iniciarse el golpe militar de
julio de 1936, se mostró ampliamente
partidaria del régimen republicano y en la
mayoría de los casos abortó de manera
contundente los intentos golpistas,
generalmente protagonizados por parte de la
oficialidad. Los cruceros gemelos “Canarias”
y “Baleares” pudieron ser utilizados
por los golpistas al encontrarse en los
astilleros de El Ferrol, cuya base fue
tomada por un audaz golpe de mano de los
rebeldes, en espera de su puesta a punto
para ser botados. Así la tripulación del
crucero Baleares se conformó con
tropas peninsulares de infantería de marina
que con la incorporación de falangistas y
requetés entró en acción a finales de 1936.
Sólo
la utilización de Mallorca como base naval
de operaciones vinculó al crucero de combate
con la isla incorporándose al mismo un
reducido grupo de jovencísimos flechas
navales. El crucero “Baleares”, considerado como uno de los buques insignia
de la marina de los insurgentes,
fue hundido, en batalla naval, en el cabo de
Palos por el crucero republicano Libertad
el 6 de marzo de 1938 y hubo 788 víctimas.
El 16
de mayo de 1947 el caudillo fascista
Francisco Franco, expresamente desplazado a
Palma para presidir la inauguración del
monumento ubicado en Sa Feixina, a los
acordes del Himno Nacional, vistiendo
uniforme de Capitán General de la Armada,
acompañado de la inevitable Carmen Polo y
todas las autoridades habidas fue recibido,
en un altar situado en el monumental
escenario, por el obispo de Mallorca
monseñor Hervás y con la asistencia de un
numeroso público se dispusieron a inaugurar
el monumento diseñado por los arquitectos
Francisco y José Roca Simó, quienes le
proporcionaron la impronta política e
ideológica que le caracteriza. Así culminaba
la propuesta iniciada por el periódico
La Ultima Hora, entonces propiedad de
José Tous Ferrer, el 14 de marzo de 1938,
quien desde sus páginas y a través de un
artículo titulado Gloria a la armada
nacional, lanzó la iniciativa de
construir el hoy polémico monumento.
Por su
parte, en su momento, el poeta Rafael
Alberti escribió “el calvario de Málaga
a Almería, el despiadado crimen …”
refiriéndose a los escalofriantes
acontecimientos que afectaron a la ciudad
andaluza y a sus habitantes cuyas inocentes
víctimas durmieron el silencio del olvido
durante décadas.
Diario de Mallorca
06/12/2007