Don
Alejandro Jaume
No es de ahora que los obreros conocemos el
sentir y el pensar, en materias
político-sociales, del Sr. Jaume. Hace ya muchos
años, siendo muy joven todavía D. Alejandro, dio
una conferencia en el partido liberal sobre
huelgas y los que le oímos quedamos encantados
de sus conocimientos sobre el tema escogido.
Desde aquel entonces fuimos presos de un
simpático afecto por él, afecto que se ha ido
multiplicando oyéndole alguna vez en la tribuna
pública y leyendo sus hermosos y sustanciales
artículos en la prensa, siempre girando todos
ellos alrededor del mismo eje, encarnando la
misma doctrina, rociando y dando savia al mismo
ideal.
Y es que D.
Alejandro Jaume
ha estudiado y
conoce muy bien las doctrinas socialistas, sabe
que el socialismo lejos de ser un ideal utópico
es el verdadero evangelio humano que como única
y justa liquidación se impone a la gran
bancarrota de la sociedad burguesa, donde todo
es malestar, desorden y podredumbre. Su alma
grande no puede albergar tantas injusticias y
miserias como las que engendra este régimen y
por eso abraza y fecunda al nuevo ideal, todo
bondad, todo amor.
El segundo párrafo del mencionado su artículo me
ha conmovido hondamente y no puedo sustraerme a
su reproducción, aunque, por referirse a mi,
pueda parecer inmodesto. Helo aquí.
“Juntos con
Bisbal nos hemos encontrado, en la
plaza pública protestando de las mismas
injusticias y predicando parecidos ideales;
juntos hemos de volver a encontrarnos, tal vez,
si la nueva orientación política que se
vislumbra en España arranca de mi alma el
escepticismo que llevó desde mis días juveniles.
Por eso su triunfo me ha ocasionado la alegría
que proporciona siempre el triunfo del amigo y
de las ideas que nos son más caras.”
¿De dónde proviene el escepticismo del Sr.
Jaime? Recordemos que siendo muy joven
perteneció al partido llamado sarcásticamente
liberal, más por compromiso de familia,
seguramente, que por afinidad con su programa, y
recordemos también que dicho partido lo eligió
concejal, cuya acta renunció por no poder
digerir la injusticia que su propio partido,
estando en el poder, cometió con el señor Ramis
y Grauches, al incapacitarle para ejercer el
cargo de concejal por el sólo motivo de no
figurar en el censo electoral, después de haber
ejercido el mismo cargo por espacio de ocho
años. Desde entonces, creo, el Sr. Jaume se
halla en el retraimiento político. Un hombre que
desde muy joven ya su mente había concebido
grandes ideales de pureza y virtud, que ya en su
pecho latían principios de recta y elevada
justicia, un hombre de conciencia honrada y
virgen en política como lo era el Sr. Jaume,
forzosamente, ante tamaña ignorancia de su
partido, había de sentirse decepcionado y por no
arrastrar el peso de su vergüenza renunciar la
concejalía y retirarse a su casa. Así lo hizo el
Sr. Jaume y de ahí su alejamiento de la política
activa, de ahí su escepticismo.
Pero ahora anuncia la posibilidad de volver a la
vida pública ante los triunfos del socialismo y
de la nueva orientación política que se
vislumbra en España. Mucho nos alegraría a los
obreros ver a la palestra de nuestras
reivindicaciones, que son las humanas, a un
hombre de de tanta valía como él. Al socialismo
mallorquín lo que le hace falta es un hombre de
sus condiciones intelectuales y morales, en una
pluma prestigiosa como la suya, para dirigir,
encauzar y dar personalidad al gran partido de
las muchedumbres en aras de su porvenir.
Más tarde o más temprano habrán de venir a
nuestro campo los hombres intelectuales y de
sana voluntad, como han venido ya y son la
gloria del partido
Besteiro, Ovejero,
Araquistáin , Vera,
Ciges Aparicio, Cortés,
Verdes Montenegro etc., hallándose en la
antesala
Unamuno,
Alomar, Madrazo y tantos otros
que sienten y propagan nuestras ideas y que sólo
les falta alistarse en nuestras filas para ser
socialistas enteros.
En la antesala del socialismo mallorquín se
halla también el culto intelectual D.
Alejandro Jaume
y de suponer es, dado su modo de pensar y
sentir las ideas, que en no lejano día vadeará
la puerta del interior y entrará en nuestro
cuartel a compartir nuestra labor de soldados de
una causa justa y santa.
Y no dude el Sr. Jaume y cualquiera otro
intelectual que de buena fe se decida a venir a
nuestras filas, que aunque míseros y torpes
obreros, rudos y descamisados como se nos llama,
sabremos guardarles a más del respeto y cariño
propios de compañeros de la misma causa, la
admiración que siempre sentimos por las personas
de cultura y saber.
¡Oh, con que afán miles de trabajadores tenemos
los brazos abiertos para dar un abrazo de
fraternidad al primer intelectual que vendrá a
cobijarse bajo nuestra bandera! ¿Será don
Alejandro Jaume
el primero? ¡Cuánto lo
celebraríamos!
Núm. 824, 23 de noviembre de 1917
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