Mayo angustioso / Alexandre Jaume

 

La evocación de esta fiesta hace cada año vibrar fuertemente de entusiasmo nuestros corazones.

 

¡Qué recuerdos acuden a nuestra mente en este día glorioso para nosotros.

 

Por nuestra mente desfilan, como cintas cinematográficas, los episodios más salientes acaecidos en nuestro año. Sin poder evitarlo, recuerdos dolorosísimos son los que primeramente impresionan nuestra alma. ¡Rosa Luxembourg; Carlos Liebknecht, Kurt Eisner nos han dejado para siempre! Cayeron como gladiadores heridos en heroica pelea, desangrados en su lucha por la libertad; como profetas, en el instante mismo de poder saborear la libertad prometida.

 

Mantengamos siempre vivo el recuerdo de esas grandes almas abiertas a todo el universo que a través del dolor y de la muerte encaminaron siempre sus pasos en pos de nuestro ideal y seamos dignos de ellos, sepamos agradecer el ofrecimiento generosos de sus vidas que su sangre fecundará la vía que ha de conducirnos al término de nuestra redención.

 

El horizonte está preñado de dificultades. Nos hallamos en momentos de una angustiosa incertidumbre. Se están elaborando los estatutos de un nuevo mundo. Desgraciadamente, esos estatutos ni liquidarán las injusticias sociales, ni responderán al ideal por el que han combatido tantos millones de hombres.

 

Las 14 proposiciones de Wilson que todos los pueblos, sedientos de justicia, aclamaron, saldrán prostituidas y desnaturalizadas de la conferencia de paz. La paz que se prepara no es una paz de amor y de justicia sino una paz de imperialismo indigna de la gloriosa tradición francesa. Esa misma conferencia es un bofetón vergonzoso a la diplomacia abierta. La libertad de los pueblos no lleva trazas de ser proclamada en Versalles, y el sueño del desarme seguirá siendo un sueño. Se dejará, como antes, a las espadas la resolución de las diferencias que se susciten entre las naciones y no a la voluntad de los mismos pueblos.

 

¿Serán refrendados estos estatutos por la voluntad popular? Se reintegrarán a la normalidad de la vida, satisfechos de ver realizado su ideal, esos millones de hombres que han sacrificado en las trincheras el vigor de su juventud? He aquí la gran interrogación que preocupa a todas las conciencias.

 

A través de esas negruras clarea un nuevo día. Sobre las ruinas aún humeantes de la tragedia la revolución social asoma como una aurora. Por encima de tumbas y de ruinas la Internacional reúne a los explotados de todos los países para conducirlos, fraternalmente unidos, a la ciudad socialista. La inquietud germina ya en el alma de todas las multitudes. En este mismo día, millones de hombres de todos los países, unidos por idénticos sentimientos exigirán las mismas reivindicaciones. En las calles de las grandes ciudades mundiales, las masas trabajadoras, imponentes y bélicas  formularán sus demandas categóricas de paz y justicia. Y todas esas multitudes, todos esos corazones, saludarán en este día, con sentido entusiasmo, a esos heroicos proletarios rusos edificando con sus manos robustas el nuevo orden social sobre los cimientos sangrientos del zarismo.

 

Alejandro Jaume

 

EL OBRERO BALEAR 895

1 de mayo de 1919