1921 –  Sindicato de Albañiles y similares de Palma y sus contornos

Las obras de Porto-Pí

 

Hace unas dos semanas que don Damián Ramis, como apoderado o representante de don Juan March, (a) Verga, intentó implantar la jornada de diez horas en vez de ocho, según costumbre en dichas obras, amenazando con el despido de los obreros que no se avinieran a tal exigencia, llegando a despedir a varios por hallarse disconformes con tal medida.

 

Bastante turbio el Sr. Ramis con el enredo, trató de refinarlo y legalizarlo, y para ello se valió de los directores del “Sindicato de Albañiles de la Casa del Pueblo”, los cuales convinieron con don Juan March que trabajaran diez horas.

 

Llamaron a los obreros de dicho Sr. March a la Casa del Pueblo y pusieron los directores toda su influencia para lograr que por mayoría de votos se acordara trabajar las diez horas. Los obreros estimulados por el aumento del 50 por 100, cayeron en la trampa haciendo el juego de los mentados directores de la Casa del Pueblo, que es ni más ni menos que el de don Juan March.

 

Los albañiles disidentes, esto es, el Sindicato que forma a parte de la Casa del Pueblo, comprendiendo la traición inferida a la causa proletaria, se apresuró a combatir a todo esa maraña, y celebró una reunión en la que se puso en descubierto la traición de los de la Casa del Pueblo (a las órdenes de don Juan March) acordándose, con entusiasmo, nombrar una comisión para que gestionara de dicho señor reimplantar la jornada de ocho horas.

 

Mientras tanto “El Obrero Balear”, órgano de los vendidos al oro burgués, trató de quitar importancia al asunto y dedica palabras de afecto y cordialidad hacia dicho señor.

 

El Sindicato adicto a los disfrazados de socialistas, aprovecha también el tiempo para gritar ¡Viva la jornada de ocho horas!, al mismo momento que por lo bajo hace de las tripas corazón para que los obreros de Porto-Pí sigan trabajando las diez horas.

 

Un consejo, camaradas, trabajadores, hermanos nuestros; analizad, meditad sobre la conducta observada por los directores de la Casa del Pueblo y veréis como son unos cobardes vendidos a la burguesía; no tienen el valor de responder de sus traiciones y piden toda la responsabilidad para vosotros; pensad que el mismo Ignacio Ferretjans, cuando en la Casa del Pueblo se discutía la implantación de la jornada de ocho horas en la fabricación textil, él insistió una y mil veces hasta lograr conseguir desistieran de sus sanos y justos propósitos: lo que consiguió. Ahora en vez de haceros comprender que debíais seguir con las ocho horas, ha abonado la partida a vuestro explotador.

 

Hoy en el régimen actual el capitalista está en pugna con los trabajadores, porque es un hecho bien notorio que sus intereses se multiplican a costa de los mismos, y cuanto más capitalista se es más se produce este hecho, y mucho más si es un millonario. Los directores de la Casa del Pueblo no lo entienden así porque no son socialistas y si unos traidores que se han pasado al enemigo, porque este les brinda favores y dinero.

 

Estos directores no sienten nuestra causa, lo único que sienten es su papel de viles alcahuetes de la burguesía, ésta los necesita y ellos andan muy orgullosos por haber allanado al fin quien haya puesto precio a su trabajo infamante.

 

En la Casa del Pueblo, Verga está representando en la persona de dichos directores, ¿acudiréis a ellos para que resuelvan vuestros asuntos?

 

Si os dejáis llevar por esta gente estáis perdidos, pues os entregarán en manos de vuestros explotadores.

 

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La actitud del Sindicato

 

Al tener noticia. Éste comité, de las horas extraordinarias que había acordado el Sindicato de la C. del P., convocó una reunión magna del gremio de albañiles, para el viernes pasado, en la cual hubo un gran entusiasmo para la jornada de ocho horas, manifestando algunos compañeros que si habían votado las diez horas en el otro Sindicato, fue inducidos por las manifestaciones de su presidente; quedando acordado unánimemente no hacer más horas extraordinarias mientras haya crisis de trabajo en el gremio, y se nombró una comisión para llevar a su efecto dicho acuerdo, quedando convocada otra reunión el martes día 17, para tomar acuerdos definitivos según el resultado de las gestiones de la comisión.

 

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La reunión del martes

 

En esta reunión empezaron nuevamente, a sentirse los choques de los ideales entre compañeros del mismo gremio que sufren las mismas penalidades y pasan la misma miseria, empezando desde luego los socialistas, a protestar de qué, elementos extraños al gremio dirigieron la palabra a la reunión y aprovechando esta protesta (claro está) el delegado gubernativo impidió la palabra a los que no eran albañiles, esto desean las autoridades que no puedan hablar los que dicen verdades directas.

 

Puede estar satisfecho el señor Gobernador y en vez de mandar un policía, puede declinar el cargo a algún socialista.

 

La comisión nombrada en la reunión anterior, hizo observar a los reunidos las ventajas de nuestras organización; pues mientras los socialistas votan las diez horas de trabajo –dicen. Nosotros, los sindicalistas, ya lo veis, con una sola reunión hemos impedido dichas horas, teniendo la minoría y se acordó seguir la campaña empezada hasta conseguir poner coto a los muchos abusos que se cometen en Porto-Pí, con los trabajadores.

 

EL COMITÉ

 

    CULTURA OBRERA nº 93

    21 de mayo de 1921