José Augusto Trinidad Martínez
Ruiz, más conocido por su seudónimo Azorín (Monóvar, España; 8/11
de junio de
1873 -
Madrid, 2/4
de marzo 1967)
fue un
escritor
español, además de novelista, ensayista y de ser el crítico literario
español más importante de su tiempo
Biografía
Su padre era
natural de
Yecla,
Murcia, y militaba en el partido conservador (llegó a ser alcalde,
diputado y seguidor de
Francisco Romero Robledo). Ejercía de abogado en Monóvar
y poseía una importante hacienda. Su madre había nacido en
Petrer. Era una familia tradicional burguesa y acomodada.
Azorín fue
el mayor de nueve hermanos. Estudió bachillerato interno durante ocho años
en el colegio de los
Escolapios de Yecla, etapa que refleja en sus dos primeras novelas, de
fuerte contenido autobiográfico. De 1888 a 1896 cursó derecho en Valencia,
donde se interesa por el
Krausismo y el
anarquismo y se entrega a febriles lecturas literarias y políticas.
Empiezan sus pinitos periodísticos. Usa los seudónimos de
Fray José, en
La Educación Católica de Petrer, Juan de Lis en
El Defensor de
Yecla etc. Escribe también en El Eco de Monóvar, El
Mercantil Valenciano e incluso en El Pueblo, periódico de
Vicente Blasco Ibáñez. Casi siempre hace crítica teatral de obras de
fuerte contenido social (elogia las obras de
Ángel Guimerá y
Benito Pérez Galdós o el Juan José de
Joaquín Dicenta) y ya refleja sus inclinaciones anarquistas. Traduce
el drama La intrusa de
Maurice Maeterlinck, la conferencia del francés A. Hamon De la
patria o Las prisiones del príncipe
Kropotkin. En 1895 Azorín publica dos ensayos,
Anarquistas
literarias y Notas sociales, en las que presenta al público las
principales teorías anarquistas.
Se examinó en
Granada y Salamanca, pero fue más estudiante que estudioso y más atento a
las tertulias, al periodismo, al teatro, a la literatura y a los toros que
a las leyes. Llegado el 25 de noviembre de 1896 a Madrid para seguir sus
estudios, se inició en medio de grandes privaciones en el periodismo
republicano (El
País, de donde le echaron;
El
Progreso, periódico de
Alejandro Lerroux), recibiendo sólo el apoyo de
Leopoldo Alas en uno de sus Paliques, donde trabajó como
crítico, bajo los seudónimos de Cándido, en honor a
Voltaire,
Ahrimán, el dios persa de la destrucción,
Charivari y
Este, entre otros. Poco a poco su nombre fue apareciendo cada vez más
en revistas y periódicos importantes: Revista Nueva,
Juventud
(firmando con
Baroja y
Maeztu como
grupo de los Tres),
Arte Joven,
El Globo,
Alma
Española, España,
El Imparcial, ABC. Al mismo
tiempo va publicando folletos y libros. Escribe una trilogía de novelas
autobiográficas donde ya utiliza su definitivo seudónimo, Azorín,
que empezó a usar en 1904: La voluntad, Antonio Azorín
y
Las confesiones de un pequeño filósofo.
A partir de
1905 el pensamiento y la literatura de Azorín están ya instalados en el
conservadurismo. Comienza a colaborar en ABC donde participa
activamente en la vida política.
Antonio Maura, y sobre todo el ministro La
Cierva, se convierten en sus máximos valedores. Entre 1907 y 1919 fue
cinco veces diputado y dos breves temporadas (en 1917 y 1919)
subsecretario de Instrucción Pública. Viajó incansablemente por España y
ahonda en la lectura de los clásicos del
Siglo de Oro. El directorio militar de
Primo de Rivera enfrió la actividad pública de Azorín, quien se niega
a aceptar cargos políticos de manos del dictador. En 1924 es elegido
miembro de la
Real Academia Española. Cuando estalló la Guerra Civil huyó del Madrid republicano y con su esposa, Julia Guinda Urzanqui, residió en Francia. Terminada la contienda,
pudo regresar a España gracias a la ayuda que al efecto recibió del
entonces Ministro del Interior, D.
Ramón Serrano Suñer, a quien años más tarde (1955) dedicó Azorín
"con viva gratitud" su obra El Pasado (Biblioteca Nueva / Madrid) . En sus
últimos años se mostró apasionado y asiduo espectador cinematográfico.
Obra
Su producción
literaria se divide fundamentalmente en dos grandes apartados: ensayo y novela.
También escribió algunas obras teatrales, experimentales y de escaso
éxito.
La producción
literaria de Azorín tiene también un gran valor estilístico. Su forma de
escribir, muy peculiar, se caracteriza por el
impresionismo descriptivo, por el uso de una frase corta y de sintaxis
simple, por el menudeo de un léxico castizo y por las series de dos
adjetivos unidos por una coma. Entre sus técnicas literarias más
innovadoras está el uso, a la manera de
Virginia Woolf, de personajes que viven al mismo tiempo en varias
épocas de la historia, como Don Juan
o Inés, fundiendo a la vez mito y
eterno retorno.
Ensayo
Como ensayista
dedicó especial atención a dos temas: el paisaje español y la
reinterpretación impresionista de las obras literarias clásicas.
En los ensayos
dedicados a la situación española se observa el mismo proceso evolutivo
que marcó a toda la
Generación del 98: si en sus primeras obras examina aspectos concretos
de la realidad española y analiza los graves problemas de España, en
Castilla (1912) su objetivo es profundizar en la tradición cultural
española (reflexiones que surgen espontáneamente a partir de pequeñas
observaciones del paisaje), además de incorporar un sentido del tiempo
cíclico inspirado en
Nietzsche.
Entre los
ensayos literarios de Azorín destaca
Ruta de Don Quijote (1905), Clásicos y modernos (1913),
Los valores literarios (1914) y Al margen de los clásicos
(1915). En ellos, su intención no es la de hacer un estudio pormenorizado
de los textos, sino despertar la curiosidad y el interés ofreciendo una
lectura impresionista de los mismos que destaca sólo los elementos más
significativos de los mismos para la personalidad del escritor. Por tanto,
se limita a expresar sus impresiones y reflexiones personales sobre la
literatura española. También destaca La Andalucía Trágica.
Es un ensayo añadido a la obra de Los Pueblos (edición en 1914). Azorín irá a Andalucía y
recorrerá la zona de Sevilla. Al principio mandará crónicas a
El Imparcial y el gobierno se sentirá molesto, por lo cual le pedirá el
director del periódico que no mande más. Publicará todavía una entrevista
que le costará la expulsión del periódico y le llevará a trabajar en
ABC.
La Andalucía trágica era de
1904 a 1905, anterior a Los Pueblos y
posteriormente añadida.
Novela
Las novelas de Azorín se pueden dividir en cuatro etapas:
-
La
primera
etapa muestra predominio de los elementos autobiográficos y de
impresiones suscitadas por el paisaje. El protagonista es
Antonio Azorín
(del cual tomará su seudónimo), personaje de ficción que se convierte en
la conciencia de su creador. Estas novelas son un pretexto para
desarrollar las experiencias vitales y culturales del autor. A ella
pertenecen La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y
Las confesiones de un pequeño filósofo (1904).
-
En la
segunda etapa, Azorín abandona los elementos autobiográficos, si
bien continúa reflejando sus propias inquietudes en los personajes: la
fatalidad, la obsesión por el tiempo, el destino, etc. Una muestra de
ello es Doña Inés (1925). A esta misma etapa pertenece Don
Juan (1922), basada en la conversión cristiana del mito.
-
A la
tercera etapa pertenecen Félix Vargas (1928),
Superrealismo (1929) y Pueblo (1939), marcadas por el
vanguardismo y por el drama personal y cosmológico inspirado en el gran
poeta austroalemán Rainer María Rilke.
-
En la
cuarta etapa, tras un período de relativo silencio profundamente
marcado por la contienda civil, Azorín vuelve a la narrativa con El
escritor (1941), la novela rosa María Fontán (1943) y La
isla sin aurora (1944).
Teatro
Azorín siempre
sintió gran afición por el teatro; sin embargo, sus obras no gozaron del
favor popular. De su pluma saldrían Old Spain (1926), Brandy,
mucho brandy (1927), Comedia del arte (1927) y la trilogía
Lo invisible, vinculada a la estética del
Expresionismo, de la que forman parte La arañita en el espejo,
El segador y Doctor Death, de 3 a 5, considerada por algunos
críticos como su mejor producción dramática.
Francisco Ruiz
Ramón resume así la propuesta teatral azoriniana:
-
Azorín señala
la importancia y la libertad creadora del director de escena y de los
actores.
-
Llama la
atención sobre las nuevas relaciones entre la técnica cinematográfica y
la técnica teatral.
-
Hace hincapié
sobre la aparición del mundo de lo subconsciente en la escena.
-
La nueva
realidad de la obra teatral, de acuerdo con las necesidades de la nueva
sociedad y con el ritmo de la vida moderna, debe ser «rápida, tenue y
contradictoria».
-
Deben
suprimirse o reducirse al mínimo las acotaciones.
-
Es el mundo
interior, el mundo de las ideas y de los problemas del espíritu y de la
imaginación, quien debe suministrar sus materiales al dramaturgo.
La intención de
Azorín es liberar el teatro español de todo provincianismo y elevarlo a la
categoría de teatro europeo. Pero la mentalidad española no estaba
preparada para asumir estas nuevas propuestas dramáticas. De ahí que el
teatro azoriniano, al igual que el de
Ramón María del Valle Inclán y
Miguel de Unamuno, tuviera un éxito más bien escaso.
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