Pretextos
Dice un refrán y
bien dice: La cuerda siempre suele
romperse por la parte más delgada. Y nunca
mejor que ahora pudo aplicarse esta máxima, ya
que con motivo del conflicto europeo y el modo
de entender la neutralidad nuestro Gobierno,
quien paga las consecuencias de todo ello es la
clase trabajadora.
Así que hemos vistos suspender reuniones con el
socorrido pretexto de la neutralidad, sirviendo
también el indicado pretexto a los monterillas
de menor cuantía, para dificultar el derecho de
asociación y reunión.
A los patronos, las circunstancias
extraordinarias les han servido para disminuir
salarios y alargar la jornada, así como
dificultar la vida de las sociedades de
resistencia.
A los acaparadores, la anormal situación que
estamos atravesando no ha sido para ellos más
que una saneada fuente de ingresos, ya que les
ha dado la ocasión de aumentar considerablemente
el precio de sus mercancías, sin que por su
parte hayan tenido que abonar ningún
sobreprecio.
Hasta los farmacéuticos han encarecido los
medicamentos con unos u otros pretextos, por lo
que los enfermos también han tenido que pagar su
tributo a la voracidad de los buitres
capitalistas e igual han hecho tahoneros,
tenderos y toda la interminable serie de
intermediarios que entre productores y
consumidores se agitan, viven y progresan.
Como se ve, pues, estas circunstancias
extraordinarias, creadas por la bárbara y
colosal guerra europea, circunstancias que
deberían ser la piedra de toque para que todas
las clases sociales demostrases su patriotismo,
a unos, no sirve más que para saciar sus
egoísmos y a otros, contribuyen a aumentar la
pesada carga de la explotación que pesa sobre
sus espaldas.
Y que no exageramos, la realidad es nuestro
testimonio más elocuente y en el cuadro que
ligeramente hemos trazado, puede también
considerarse comprendida la Prensa burguesa; que
debiera de servir de elemento de cultura, ya que
no trata más que alimentar bajas y ruines
pasiones con el único fin de alcanzar el perro
chico.
Y si al principiar el artículo hemos citado un
refrán, podríamos repetirlo ahora, seguros que
no habría nadie que se atreviera a desmentirnos.
Pero aún hay más. Se aproxima la fecha en que el
Parlamento ha de empezar sus tareas y por toda
esa traílla de logreros y patrioteros, ya se
pretende hacer creer que su apertura es un acto
peligroso, como si del funcionamiento de las
Cortes tuviera que venir el rompimiento de la
neutralidad y como consecuencia el azote de la
guerra.
¿Es que se puede faltar a la neutralidad, porque
a uno o varios diputados se les ocurriera hacer
manifestaciones guerreras?
¿No está probado en el caso
Lerroux , que el pueblo es partidario de la
neutralidad? De un modo evidente, por tanto no
es ahí, no, donde deber buscarse la explicación
de que a la apertura del Parlamento se le
presente como una amenaza a la neutralidad, sino
en el brutal egoísmo de la burguesía que antes
de soltar la menor parte de su presa, apela a
los medios más reprobables.
Es sabido que hay una porción de proyectos de
ley cuya aprobación interesa a la clase obrera y
a lo que tiende el Gobierno y la burguesía, es
que con pretextos más o menos espaciosos
justificar la demora en la aprobación de esas
leyes. Y ya creen haber encontrado la
justificación: la neutralidad.
Tal vez habrá algún cándido que se preguntará
asombrado que tendrá que ver con la guerra
europea el proyecto de Código Minero,
la ley de la jornada diurna para los panaderos,
la que regula la jornada de la dependencia
mercantil, el contrato de trabajo y algunas
otras de menor importancia. Seguramente que no
hay menor relación ni motivo alguno en la
situación actual para dejar de hacer tan
utilísima labor.
Pero de las declaraciones del señor
Dato, se desprende que el único fin que le
guía a reunir el Parlamento es aprobar los
presupuestos.
Así que dice bien el refrán: La cuerda siempre
suele romperse por la parte más delgada. La
guerra europea y con ella la neutralidad, es el
pretexto que el Gobierno emplea para que las
Cortes no funcionen y den estado legal a estos
proyectos de ley y esta misma guerra, es la
ocasión que la burguesía aprovecha para saciar
su infinita sed de lucro.
Núm. 660, 3 de octubre de 1914 |