Acariciando la vida
Los obreros que luchan por la desaparición del régimen presente, aspiran a que dentro el universo el ser humano no le falte lo más preciso para su vida, lo que con tanta razón le pertenece, y en cambio lo vemos caminar cabisbajo, tal vez pensando o aborreciendo la misma vida que es lo más precioso de la existencia del ser.
Cuan pesado es para el hombre su existencia dentro las privaciones a que está condenado a soportar en la sociedad capitalista. Privación tras privación; no pudiendo disfrutar ni un átomo de su vida, de los que nosotros llamamos vida sin serlo; porque el hombre que se desarrolla en un ambiente lleno de sofismas e hipocresías; donde vemos al hombre arrodillarse ante una imagen, (muchas veces impregnado de odio hacia ella) y ver como hace actos que pugnan contra su conciencia; pasando sus ratos de ocio en la penumbra de su amarga vida del pensar en un mañana de su vida.
No lleguemos al pesimismo, vámonos a la realidad del sueño del hombre. Paremos un paso nuestra mente frente a la realidad de la cosa, fecundizando al ser explotado que tanto se revela en la solidad de su misma persona y le veremos cuan maldice su presente, pero que nunca deja de vista su porvenir soñado; que ansía un bienestar por el mismo forjado; una cosa que si al mismo se le preguntamos lo que quiere no sabrá respondernos: quiere vivir.
Si, vivir quiere, va en busca del mundo nuevo donde poder saciar todos sus anhelos y navegar dentro la abundancia del amor a las cosas, donde los hombres sean apreciados cual lo merece todo ser humano.
Pero vivir dentro de la estrechez de las cosas, sin poder moverse ni dar un paso con entera libertad; sin para reponer las fuerzas perdidas por un trabajo abrumador; sin alientos de acariciar a sus pequeñuelos, ni tiempo siquiera para deleitarse de lo que la madre natura nos brinda; sin tiempo ni medios para concurrir a todos aquellos actos considerados de verdadera fraternidad entre los hombre. Y en estas condiciones de vida del hombre, podemos decir muy bien sin temor de equivocarnos: que la vida no es vida, sino un continuo malestar, una desesperación de un mañana soñado y que poco a poco vamos laborando para bien de la humanidad.
Un día de fecunda alegría es para el proletariado universal el 1º de mayo de cada año, donde podemos alegrarnos de ver fraternizar los hombres que ya no sueñan en días mejores de vida, sino que confunden entre todos sus semejantes compartiendo su justo anhelo de redención.
Núm. 478, 1 de mayo de 1911
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