Alejandro Jaume     SOCIALISMO Y LIBERTAD

No obstante la situación tristísima a que nos han llevado en España los desdichados gobiernos de la monarquía, situación propicia al más negro pesimismo, este año al llegar la primavera, hemos sentido acariciada nuestra frente por un aura redentora.

El bloque formado por el Partido Socialista y la Unión General de Trabajadores, abre nuestro pecho a la esperanza. La fiesta que hoy celebramos adquiere ya un nuevo carácter. El proletariado entra en una nueva fase de su vida. El Partido Socialista y espiritualizará a la clase trabajadora; verterá sobre el alma virgen de las multitudes desheredadas su fuerte espíritu de libertad, y la masa obrera vibrará al impulso de ese soplo bienhechor.

Esa nueva fase complicará algo la misión de la clase trabajadora; pero ésta dejaría de cumplir con su deber si no se erigiera, en estos momentos, en defensora de la libertad.

La triste experiencia ha demostrado que los partidos que se titulaban defensores de la libertad no la sentían, engañaban al país. Huérfanos de toda ideología, se escudaban en la libertad para cubrir los apetitos y concupiscencias que determinaban su existencia. Izaban la bandera de la libertad para que cubriera su mercancía averiada. Y en España ha habido partidos liberales, no para implantar la libertad, sino para defender la monarquía, para que ésta no quedase desamparada al caer los conservadores, conforme al pacto del Pardo tan funesto para nuestra patria.

Yo fui uno de los incautos cazados con el señuelo de la libertad. Yo comencé a interesarme por la cosa pública cuando Canalejas arreciaba en sus campañas contra el clericalismo y, parodiando a Gambetta, le señalaba como el mayor enemigo de la libertad. Y sin embargo, este hombre, encumbrado al Poder no por sus campañas liberales, sino para satisfacer ambiciones vengativas del Sr. Maura, concretó toda su campaña liberal y anticlerical publicando la ley del candado, es decir dando amparo legal a todas las asociaciones religiosas que huían de la ley de separación francesa al propio tiempo, que por defectos puramente formularios, disolvía la Unión General de Trabajadores.

Otro de mis ídolos juveniles fue Moret, a quien mi inexperiencia, subyugada por su gran elocuencia, consideraba como un gran apóstol de la libertad. Pero fue Moret el autor de la ley de jurisdicciones que desgraciadamente aún perdura. Y será Moret, ante la historia, uno de los grandes responsables de la triste situación actual.

Si la libertad ha sido descaradamente pisoteada por las inteligencias más altas que ha tenido el llamado liberalismo español, no es de extrañar que haya quedado totalmente desamparada por las mediocridades que han sucedido a aquellos hombres en el disfrute del Poder.

La libertad ha quedado sin defensores, dentro de los que militan en el actual régimen. Esa es la realidad que nosotros deploramos amargamente. Nosotros, como socialistas, sostenemos que el hombre no puede ser libre mientras no esté económicamente emancipado y a esa ardua tarea encaminábamos todos nuestros pasos. Paralelamente a nosotros, hubiéramos deseado que otros partidos hubieran ido afianzado los demás atributos de la libertad; que mientras nosotros marchábamos hacia la libertad económica del hombre, otros partidos nos acompañaran en esa ruta y fueran desbrozando las dificultades que se oponían a nuestro avance. Pero hemos tenido que hacer un alto en nuestro camino, no para descansar y reponer nuestras fuerzas, sino para colocar sobre nuestras espaldas otra carga que hemos hallado abandonada. Una buena tarde nos hemos encontrado completamente solos en el camino de la libertad. Por cobardía o por impotencia nuestros obligados compañeros de viaje han desertado y ha caído, íntegra, sobre nosotros, la defensa de aquella grande causa.

Esa situación es la que ha dado nacimiento al bloque obrero que acaba de formarse. La tarea es inmensa porque son fuertes y poderosos los enemigos de la libertad. Pero percatados de la grandeza de nuestra causa, impulsados por nuestros firmes ideales, la realizaremos sin titubeos ni vacilaciones. Cuanto más difícil sea la realización de nuestra obra mayor satisfacción sentiremos al haberla realizado.

Nunca como ahora ha sido tan necesaria la unión sólida y estrecha entre la clase trabajadora. En sus manos está hoy la redención de su causa y la defensa de la libertad. El genial pensamiento de Carlos Marx necesita ser ampliado. El proletariado debe unirse para redimir su causa pero también, en estos momentos, para defender la libertad, que es la causa de todos.

Barridas todas las fuerzas políticas que alternativamente iban agotando el Poder, en la plaza pública sólo queda ya una fuerza; el Partido Socialista con la Unión General.

Celebremos, en este día, la misión augusta que la historia nos depara y emprendamos nuestra marcha al grito viril y entusiasta de: ¡Viva la Libertad!

Alejandro Jaume

EL OBRERO BALEAR nº 1151

1 de mayo de 1924