1920 –  Un hombre funesto

En el mitin que los falsos socialistas celebraron en el teatro Balear, día 1º de Mayo, tuvimos ocasión de apreciar una vez más el grado de desvergüenza que pone en su oratoria el aburguesado concejal Lorenzo Bisbal, llamado socialista.

Se expuso en dicho acto, en términos tan revolucionarios, que los obreros allí congregados que no le conocían llegaron a entusiasmarse.

No es la primera vez que este hombre pernicioso para la clase proletaria, se produce de tal modo. Nosotros tendríamos honda satisfacción en experimentar que su comportamiento se adaptara a sus palabras, pero desgraciadamente no es así 

En dicho mitin dijo que era necesario emplear la browing, y que no titubearía en ponerse al frente de un movimiento revolucionario aunque se tuviera que derramar mucha sangre.

Fijaos bien, trabajadores, de la distancia que hay de estas sus palabras, a lo que hizo cuando el saqueo. Bien sabéis que en aquel entonces, la situación era más insostenible que ahora, aún, y al desbordarse el pueblo palmesano en justa revuelta, se paseaba Bisbal por la plaza de Abastos con el Gobernador Civil (representante genuino del orden burgués que Bisbal dice pretende destruir) tratando de pacificar a las exaltadas masas.

Y en este día que el pueblo decidía hacer justifica contra los acaparadores que se enriquecían de un modo fabuloso, acrecentando sus fortunas, en los momentos más amargos y sobre la miseria extrema de la gente trabajadora, Bisbal desde los balcones del Ayuntamiento, instigado por concejales burgueses, aconsejaba la calma a los amotinados, engañándolos con promesas, con el fin de que se apaciguaran, lo que el valió el tener que oír calificativos como: “estam cansats de pillos” y “farsantes”. ¿Habéis visto, trabajadores, la gran distancia que existe entre las palabras y los hechos de Lorenzo Bisbal?

En el Balear llegó a aconsejar la huelga general, cuando no han pasado muchos meses desde que él, en las columnas de “El Obrero Balear” consideraba violentas las huelgas, aunque estas fueran parciales y pacíficas.

No olvidéis su criminal conducta con los obreros zapateros, que después de haberse declarado en huelga por no firmar unas hojas humillantes, vergonzosas, él se entendió con los patronos obligando a los obreros a firmarlas, habiendo podido ya comprobar bastantes zapateros la indignidad y la vergüenza que representan para ellos dichas hojas. Nosotros somos poseedores de datos que demuestran bien a las claras que hoy para entrar a trabajar en un taller de zapatería es preciso renunciar a ser hombre y presentarse como un ente castrado y miserable, ante el amo, pues con estas hojas los patronos han pasado a la categoría de amos, contando con la colaboración de Bisbal; he aquí su revolucionarismo.

Recordad, obreros palmesanos, las palabras pronunciadas en la sesión del Ayuntamiento en que se trató sobre el petardo que estallo en casa del Sr. Socias, En dicha sesión al atribuirle injustamente, sin fundamentos, los demás concejales, cierta responsabilidad a lo dicho por Bisbal en hojas y reuniones a favor de los tranviarios en huelga, Bisbal dijo poco más o menos:

“Mientras sus señorías dejan entrever que existe responsabilidad sobre mí, acusándome de hacer coacción de un hecho por mi repudiado, se da el caso de que entre la clase obrera pese por un elemento conservador”

¿Habéis comprendido? Bisbal se proponía y lo consiguió, tranquilizar a los burgueses del Consistorio, conquistarse un nombre, una personalidad entre los burgueses palmesanos que le permita pasar, no por agitador revolucionario, sino por una buena persona, dispuesta siempre a no desoír los requerimientos de la clase explotadora para que trate con extremada benevolencia sus intereses sin reparar en traicionar a sus hermanos.

Así es, que en dicha memorable sesión, a reglón seguido, los burgueses afirmaban, no que Bisbal era un elemento combativo y revolucionario, tal como se presentó en el Balear, muy al contrario, proclamaban a Bisbal hombre sensato, todo honradez y todo cordura, (significa un hombre calificado de cuero para los burgueses), y ya sabemos lo que haciéndoles ver que el era un hombre moderado, que nada tenían que temer de él, que él quería inspirar a los trabajadores en fórmulas de concordia hacia ellos, y que, por lo tanto, no tenían que temer se les perturbara su plácida digestión de burgueses satisfechos.

Reafirmó la sensación que desde hace bastante tiempo tiene dada a la burguesía palmesana de que el es hombre “respetuoso con ella y que sabe conseguir de los obreros modalidades muy suaves en las contiendas que entablen con aquellos, aunque los trabajadores tengan que perjudicar grandemente su propia causa.

Todo esto con el fin que entienden los burgueses por sensatez, cordura y honradez, en la persona de elementos representativos de la clase obrera.

LADILLA

CULTURA OBRERA nº 39

8 de mayo de 1920

 

 

 

3