1922 – HAY QUE DESLINDAR CAMPOS - ANARQUISTAS, COMUNISTAS Y SOCIALISTAS

Creo que interpreto el pensar de buen número de socialistas españoles al expresar mi protesta contra el revoltijo que se está haciendo de tácticas e ideales opuestos. Repudiemos, por ello es justo, el proceder incivil de muchos patronos, gentes del siglo XVIII que han nacido en nuestros días; abominemos, por bestial y contraproducente de esa aspiración reaccionaria de ahogar, con fusilamientos, deportaciones, condenas y violencias mil, la inevitable, natural y necesaria evolución de la mentalidad proletaria hacia formas sociales más perfectas y justas que las de hoy; tengamos acres censuras para ese inexistente Poder público que, con su inepcia por no querer darse cuenta de que gobernar es preveer y de que prever es legislar audazmente, tanta responsabilidad tiene en las desgraciadas ocurrencias de que ahora es teatro la vida española.

Pero situémonos también con sereno valor frente a las peligrosas ilusiones que creen inmediatamente realizable todos las utopías; frente a la insensatez que pone en el cañón de los browing la resolución de los tremendos antagonismos de clase; frente a un falso sindicalismo que recluta adeptos para la violencia y es sólo más cara rara atraer crédulas gentes a los delirios de la anarquía. Acabase con solidaridades absurdas. Porque, una de dos, si entendemos que ese predicado comunismo libertario es bueno vayamos a él; si no lo entendemos así, seamos fieles a nuestras convicciones y procedamos en consecuencias.

Yo repudio todo sistema de acción que trate de convertir en batalla de forajidos, combate de lobos, la lucha de clases. Y a quien me advierta que el enemigo es quien se lanza a esa manera de pelear, le responderé que nosotros no debemos aprender lecciones de la fiera, sino de la razón y que hemos de esforzarnos en parecer y ser mejores que los otros. Porque si no, si no …

(Oscar Pérez Solís)

Las palabras de Pérez Solís, hoy comunista, escritas a principios de 1920 nos caen como anillo al dedo para ocuparnos de una cuestión local que tiene muchísima importancia, además de servirnos de apoyo en nuestro criterio

Hace tiempo que hay planteada en nuestra organización obrera una cuestión que nunca se ha resuelto del todo. Unas veces por apatía o abandono, otras por demasiada reflexión, otras por cuquería, han seguido las cosas siempre igual con inmenso daño para los intereses de la clase trabajadora.

Pero ha llegado el momento de que sean deslindados los campos y sepan los trabajadores de una vez cual es el terreno que les conviene pisar. Nosotros vamos a exponer franca y sinceramente nuestra opinión.

Es público y notorio que la organización obrera está dividida en tres ramas. Anarquistas, comunistas y socialistas. Es público también, que hasta ahora habían convivido juntos en un mismo local, la Casa del Pueblo. Pero, lo que no es público, aunque lo será muy pronto, es lo perjudicial y venenosa que ha sido esa convivencia. Por temor a aparecer ante las masas como autores de una división, los socialistas nos hemos dejado llevar de un grupo exiguo de vesánicos y hemos contribuido al desmoronamiento de la organización obrera. Por temor de no aparecer y ser tildados de conservadores, hemos dejado de actuar como socialistas defendiendo nuestros principios y nuestra táctica y con ello no hemos hecho más que ser cómplices de toda esa serie de movimientos descoyuntados, absurdos, encaminados a hacer en todo momento, aún a costa de las organizaciones un poco de ruido anarquista.

Es muy amargo, compañeros, pero es la verdad, no hemos sabido cumplir con nuestro deber. Las actitudes demagógicas de un grupo han impedido que la organización obrera pudiera mostrar su capacidad directora y constructiva. Ahí está el resultado de la labor realizada por anarquistas y comunistas en la Casa del Pueblo. Huelgas perdidas, la administración llena de corruptelas. Un labor funesta, catastrófica.

Ahora acaban de abandonar la Casa del Pueblo tres Sociedades La Metalúrgica, Sindicato de Albañiles, y el Sindicato de la Madera. Por fin parece van a deslindarse bien los campos. Los anarquistas y comunistas con su Confederación Nacional del Trabajo a un lado; los socialistas y simpatizantes con la Unión General de Trabajadores a otro. Así cada uno responsable de sus actos. Ya era hora de que esto sucediera, lo demandaban el decoro y la conveniencia colectiva.

Ahora, los trabajadores palmesanos podrán optar por lo que más les convenga, si una organización como la que ofrecen anarquistas y comunistas de por aquí o la que orientan los socialistas y simpatizantes.

Pronto endrá lugar en Palma un gran acontecimiento: la inauguración de la futura Casa del Pueblo.

Allí debemos ir a realizar una labor completamente distinta de la que hasta hoy hemos realizado. La clase obrera, a pesar de sus divisiones marcha al través de los días que se suceden, hacia su redención. Para prepararla debidamente deben servir las casas del pueblo. No será, ciertamente, acumulando odio y rencor en el pecho de nuestros compañeros como mejor se capacitarán para ser buenos luchadores, sino aprendiendo el bien, ilustrándose, humanizando la lucha, mostrándose altruistas, abnegados, generosos. La futura Casa del Pueblo nos ha de servir para hacer obra profundamente cultural, a la par que de emancipación, pues sin aquella, sin cultura, difícilmente puede haber emancipación.

Si no tuviera que suceder así, no valdría la pena compañeros de hacer aceptado el regalo del señor March que tantas injurias y villanías ha hecho escribir a los eternos enemigos de la clase trabajadora, incluyendo entre estos a los que tildándose revolucionarios o anarquistas producen mucho ruido y pocas nueces.

Simón Fullana

EL OBRERO BALEAR nº 1057

2 de junio de 1922