Los consumos

Ya podemos decir que es un hecho la supresión del impuesto de Consumos, tan inmoral considerado por nosotros, que estamos bastante contentos al ver su desaparición.

No debemos en manera alguna hacernos ilusiones por el mero hecho de desaparecer la zona fiscal del pincho; vayamos las clases trabajadoras a encontrar los alivios necesarios para los males que sufrimos, ni siquiera el equilibrio en nuestros presupuestos domésticos. Es de pura necesidad la adopción de otras medidas que vengan a cumplimentar la supresión de los Consumos, tanto por parte de las Cortes como por los Municipios, siempre con la vista fija a limitar las exacerbadas ansias de lucro que siempre impera al capital y su infinidad de intermediarios con sus pingües negocios.

A la clase obrera le es imposible vivir, está agobiada por sus mezquinos salarios que percibe en recompensa de una jornada en extremo excesiva de trabajo, que ambas cosas a la vez sirven para el embrutecimiento moral e intelectual del individuo aún hoy más que nunca debido a la carestía de subsistencias, carestía que día a día se acentúa más, y, si nuestros gobernantes no tratan de mejorar en algo la situación precaria de los obreros, no tardaremos mucho ni tendría nada de particular que sobreviniera algún conflicto económico que todos después deploraríamos.

Los gobiernos deberían tomar por su cuenta la desaparición de esa infinidad de intermediarios de los elementos más indispensables para la vida, que elevan los precios de tal manera que hacen imposible la vida a todo aquel que depende de un jornal y no tenga otros recursos para su subsistencia, como ocurre con la inmensa mayoría de los explotados.

Todas las peticiones que hacen los obreros a sus patronos de aumento de jornal, son nulas delante el aumento que continuamente sufren los artículos de primera necesidad.

No hacemos excepciones de oficios, porque consideramos poco más o menos a todos iguales económicamente, y que todos pasan por el duro trance de privación tras privación sin poder ver ningún obrero cubiertas sus más perentorias necesidades de la vida.

Es de todo punto necesario hacer comprender a nuestros gobernantes que no basta suprimir un impuesto como el de Consumos, que al fin y al cabo pagaremos más o menos de una manera u otra, sino que dicte leyes a favor de los explotados por ser hoy imposible vivir con los raquíticos jornales que perciben los obreros.

EL OBRERO BALEAR

Núm. 482, 10 de junio de 1911

 

fideus