La huelga de curtidores Continúa sin resolver el problema planteado entre obreros y patronos; nos hallamos en la tercera semana de lucha y los huelguistas mantienense tan firmes y resueltos como al principio. Los patronos por su parte van saliendo del paso como pueden auxiliados por los esquiroles y protegidos, claro está, por los mantenedores del orden, so pretexto de garantizar la libertad del trabajo. Sin embargo, su actuación no debe ser tan próspera por cuanto la mayoría de ellos no se detienen en reparos con tal de adquirir personas, viniese de donde viniese, siempre que no sean huelguistas. Pero sus deseos quedan frustrados ante la imposibilidad de hallarlos. La sustitución de sus operarios les trae tan ocupados que, con seguridad cederían la jornada de nueve horas a otros que no fuesen huelguistas y diesen el mismo resultado. Y esto precisamente demuestra que el no querer atender a la petición de sus operarios es única y exclusivamente porque así quieren que sea. Luego ante intransigencia tal, huelgan toda clase de argumentos; demostrando a la vez que nada sufriría su industria de ceder a la rebaja de una hora en la jornada. Sin duda los tales patronos aún opinan que, a mayor cantidad de horas de trabajo también se obtiene la misma proporción de trabajo realizado. ¡Cuan equivocados andan! Y en verdad que si así no fuera, no habrían titubeado en admitir la rebaja solicitada. Y en prueba de su error, vean las demás industrias que realizan la jornada de nueve horas, que grado de prosperidad han alcanzado. Lo que equivale a decir que aquellos patronos interpretan la producción de su industria, de muy distinto modo que los de aquí; y no solo no se hallan decididos a entrar por las vías modernas que humanizan la precaria situación del productor oprimido, sino que hasta influyen para que los huelguistas no hallen ocupación en trabajos ajenos al ramo de curtidor. Así proceden la mayoría de los nobles y honrados patronos curtidores. Quisieran que sus rebeldes operarios sucumban a su insaciable avaricia por el hambre y la desesperación, única arma noble que esgrimen. Pero también aquí han de salir frustrados en sus ruines instintos. Pues los huelguistas curtidores se hallan perfectamente unidos y ante esa unión, han de estrellarse todas las tentativas patronales. A nosotros toca, pues, prestar el principio de solidaridad hacia nuestros hermanos en lucha; de nuestro auxilio depende su triunfo; no olvidéis pues que los patronos quieren rendir a tan valiente luchadores por el hambre. A practicar compañeros la solidaridad con los que hoy luchan por el interés de nuestra clase. Núm. 454, 19 de noviembre de 1910
|