Primer bombardeig italià ... i retorn a Itàlia (20 d'agost)

Memoria Civil, núm. 20, Baleares, 18 mayo 1986

El efecto de la intervención de los hidros pedidos al comandante del destructor italiano anclado en Palma fue solamente moral. Los pilotos actuaron por su cuenta, y la primera noticia que de ellos recibió Ramos Unamuno, en su Cuartel general de Manacor, fue la del bombardeo a los buques de Bayo. El jefe de operaciones no había ordenado el ataque aéreo del día 19 ni el de la mañana del 20.. En las dos incursiones, los aparatos habían lanzado cinco toneladas de bombas, todas las que habían cargado al emprender el viaje, sin objetivo alguno, y ahora permanecían posados en las aguas del puerto. Se solicitaron entonces bombarderos españoles, y se ofrecieron los capitanes Fernández de Córdoba y Homar, que arrojaron a mano granadas de mortero de 50. Pero, acometidos los hidros por siete cazas rojos, mucho más veloces, resultaron averiados dos de los bombarderos, los cuales desde aquel momento quedaron inactivos.

Un dels hidros que van venir a Mallorca amerat a la badia de Ciutat

Sin duda se traslució esta situación y funcionó el servicio de espionaje rojo, porque, ya en la misma tarde del día 20, los aviones enemigos reanudaron sus bombardeos sobre Inca y Palma, y en la mañana del 21 aparecieron siete aparatos de las bases rojas de Mahón y Barcelona que, convencidos de su impunidad, dirigiéndose al puerto, descendieron rectos sobre los enormes hidros, e inutilizaron a uno de ellos. Los otros dos salieron el día siguiente para el punto de procedencia.

En la misma tarde del 21, volvieron los aviones rojos y, dos días después, el 23, bombardearon nuevamente la población con mayor intensidad. ¿Otra vez sin Aviación propia y a merced de la enemiga? Pensábase desoladamente que aquel intento frustrado haría desistir para siempre de nuevos envío

Y sin embargo, todos estaban convencidos de que sin una fuerza aérea, la lucha, por desigual, resultaba muy difícil y a la larga incierta. También lo entendía así el comandante del destructor italiano, señor Margottini, según se lo hizo saber a los mensajeros señores Zarranz, López Bassa, Torres y Mateo Llobera cuando éstos acudieron a exponerle su preocupación por la falta de aviones. Además, la experiencia había demostrado que los aparatos terrestres eran más adecuados para la defensa de Mallorca. Se calculaba que por el momento bastaba con tres bombarderos y dos cazas. Pero la protección de la isla no sería completa si no se contaba también con algunas ametralladoras y cañones antiaéreos, necesidad que ya habían hecho saber los agentes del Movimiento españoles que se hallaban en Roma. El comandante del destructor ofreció intervenir cerca del Gobierno italiano para que fueran atendidos en toda su amplitud los deseos de los mallorquines.

Al día siguiente se abrió en Mallorca una suscripción para la recogida del oro. Anteriormente se habían iniciado otras en dinero para las necesidades de las tropas, para la Cruz Roja. Ricos, pobres, campesinos, artesanos, sirvientes, llevaron a ellas sus rentas, sus ahorros, sus jornales, sus huchas, hurtando sus nombres a la publicidad. Por Dios y por España, Por Dios y por la Patria, En defensa de la fe, decían casi únicamente las listas. Ahora hasta los campesinos entregaron las moneditas de oro, guardadas años y años en las viejas arcas, y las alhajas tradicionales de los días de fiesta. Sólo el pueblecillo de San Lorenzo donó veinticinco kilógramos de oro. El metal allegado fue fundido y, en cajitas de cartón de tres lingotillos cada una, como si fuesen pastillas de jabón, se envió a Roma.

Historia de la Cruzada (vol. IV) 1941

 

Reportaje. Memoria Histórica/Incautaciones