ANTE EL CONFLICTO EUROPEO
La catástrofe humana
De todas partes llegan noticias de que la conflagración europea es ya un
hecho. Austria, Servia, Rusia, Alemania, Inglaterra, Francia y Bélgica
están en guerra. En esta escena de la muerte se dice que van actuar
también los Estados Unidos, el Japón, Suiza y alguna otra nación.
Momentos son estos en que la humanidad aparece sentenciada a muerte con
una multitud de verdugos que se disponen a ejecutarla. Espectáculo tan
horroroso como el que se presentan tempestad humana como la que está
desencadenando, la historia seguramente no los registra desde que existe
el planeta. El mundo, que debiera ser feliz mansión de los hombres en un
fraternal convivir, va a convertirse en inmenso cementerio de cadáveres
humanos; los mares teñiránse de sangre y su color azul se tornará
encarnado, yendo a reflejarse en la bóveda infinita de los espacios cuyo
techo de nubes rojas parecerán llamas de volcán que amenazan tragárselo
todo.
El hombre –dice el hombre mismo- es el ser superior de la escala
zoológica por sus facultades mentales y psíquicas, que tienen los demás
animales. Estos en muy contados casos, apenas si tienen memoria; en
cambio no tienen como el hombre, voluntad, ni sentimientos, ni una
organización cerebral que les permita pensar, dirigir y calcular sus
acciones!
Bien, pero ante un conflicto humano tan inhumano como el presente, es
preciso convenir que esas facultades que hacen al hombre superior, a sus
coterráneos le han hecho perder el instinto de conservación de su propia
especie convirtiéndole en fiera de sus semejantes y de si mismo. Esta
incongruencia monstruosa no se observa en ninguna otra especie más que
en la nuestra, de donde se deduce que el hombre es inferior a los demás
animales precisamente por tener facultades superiores.
Esta guerra europea no debió jamás estallar en interés supremo de la
vida y del honor humanos, que están por encima de todos los demás
intereses y honores. Todas las guerras son detestables por la estela de
horrores, bancarrotas y miserias que tras si dejan, pero lo es mucho más
la que nos ocupa porque envuelve la vida de media humanidad y perturba
la tranquilidad del mundo. Pensar solamente en sus consecuencias
entenebrece. La culta Europa
sembrárase de cadáveres, el luto se extenderá por todas partes, los
campos serán arrasados, las ciudades destruidas, la miseria entrará en
todos los hogares, las ruinas y quiebras se sucederán a granel y el
aniquilamiento será general en todos los países.
Ante esa espantosa catástrofe humana, fruto de un régimen social sin
equilibrio, sin otro eje que la codicia y la especulación, sin más razón
ni justicia que la ley del más fuerte contra el débil; ante esa
hecatombe europea que se presenta es preciso que todos los corazones
sanos, todos los amantes de la paz se unan en interés de la civilización
y de la paz del mundo e impongan a los países combatientes su diplomacia
y su fuerza para impedir la continuación de una guerra, la más
desastrosa y funesta que la humanidad ha visto.
¡Abajo la guerra!
¡Viva la paz!
Núm. 653, 8 de agosto de 1914 |