Dos concepciones de la guerra
Entre las dos concepciones de nuestra lucha
contra el imperialismo alemán es profunda la
diferencia, la oposición. Entre nuestros
reaccionarios, como entre muchos pseudo-republicanos,
es cada vez más el odio feroz, demente, no de
Guillermo II y de los gobernantes de Berlín,
sino del pueblo alemán, entregado por completo
al aniquilamiento. Son los métodos
bismarckianos de fuerza que oprime el
derecho, adoptados con cinismo, preconizados
abiertamente para el día próximo de nuestra
victoria, la repetición contra los otros del
crimen cometido contra nosotros en 1871.
Entre los demócratas y los socialistas de
Francia y de toda Europa es, por el contrario, y
a pesar de todo, el mantenimiento irreductible
del principio proclamado por nuestros bisabuelos
de la Convención, que “hacían la guerra no a los
pueblos, sino a los tiranos”; la afirmación de
que la Francia republicana lucha contra los
Hoenzollern, la casta odiosa de los “Junkers”
y de los hidalgos prusianos, y que no pretende
destruir la unidad alemana, como no puede
tolerar que Alemania atente contra la unidad
francesa.
No hay equívoco posible sobre esto, y nadie
puede ser víctima de esa argucia miserable de
que, rompiendo la unidad alemana, se librará a
la Alemania del Sur del yugo de Prusia. En las
páginas admirables de su “Historia de la
guerra de
M. Denys Cochia, en un artículo de “Le
Figaro”, quejábase de no ver a nuestros
gobernantes seguir el ejemplo de los ingleses,
que se baten bien, pero que hablan tan bien como
se baten y no tienen temor de explicar la
batalla”. Tiene razón; pero conviene saber qué
lenguaje espera de nuestros gobernantes y cómo
quiere que “expliquen la batalla”. Los grandes
políticos ingleses,
Asquith,
Lloyd George ,
Winston Churchill, en discursos admirables,
destruyen los sofismas miserables de los
directores alemanes, denuncian sus crímenes
contra la civilización, contra la fe de los
Tratados, contra la existencia de las pequeñas
nacionalidades, contra la libertad de Europa y
la independencia del mundo. Pero sus discursos
están penetrados completamente de un ardiente
idealismo democrático y humanitario, que es el
antípoda de las concepciones de los amigos de M.
Denys Cochin.
Mientras todos los reaccionarios, M. Barrés como
M. de Mun, M. Berthoulat como M. Mauras, “Le
Matin” como “L’Echo de París”,
piden el exterminio de la nación alemana, su “desmembramiento”,
vemos Mr.
Churchill proclamar, hace dos días nada más,
al propio tiempo que su odio irreconciliable al
militarismo prusiano, su voluntad de tratar con
el pueblo alemán, al que tiene buen cuidado de
distinguir de sus directores.
Y
Lloyd George, en su vibrante discurso de
Queen’s-Hall, declara:
“No combatimos al pueblo alemán. El pueblo
alemán se halla bajo el talón de la casta
militar prusiana tanto –o más aún-, a Dios
gracias, como cualquier otra nación europea”.
El mismo pensamiento penetra en todos los
grandes órganos del pensamiento liberal inglés y
hasta de los periódicos más moderados. Así, en
la gran revista casi conservadora “Nineteenth
Century”, hemos leído un importante
artículo de Mr. Ellis Barker, en el cual
declara:
“Todos cuantos deseen tratar a Alemania con
equidad “deben distinguir cuidadosamente entre
las castas gobernantes y la masa del pueblo
alemán … “
Esta distinción fundamental, que excita la
oposición rabiosa de nuestros publicistas
conservadores, se encuentra en la base misma del
entusiasmo republicano y liberal que ha
levantado contra el imperialismo alemán a toda
la democracia de la Europa occidental. Si, por
desgracia, hubiera sido desconocida por nosotros
y por nuestros aliados ingleses; si llegásemos a
dar al pueblo alemán (del que ya se ha abusado
bastante con la campaña hecha en ese sentido por
sus directores) la convicción absoluta de que su
unidad, por la que ha luchado y sufrido durante
sesenta años, va a ser destruida por nosotros,
habríamos dado a ese militarismo prusiano que
odiamos, y al que queremos destruir, el más
funesto apoyo al demostrar que su existencia
estaba unida a la Alemania misma.
Núm. 661, 10 de octubre de 1914 |