El pueblo ruso acaba, por fin, de dar al traste
con el antiguo y tiránico régimen del
absolutismo ruso. La revolución triunfante en
plena y encarnizada guerra, jamás vista, es un
acontecimiento de tal importancia que bien
pudiera ser ejemplo y anuncio de movimietnos
parecidos en los imperios centrales, todos
encaminados al mismo fin: derrocar el sistema
político personal de las naciones.
Ojalá el pueblo alemán y el pueblo austríaco y
el turco imiten al pueblo de Rusia, liberando a
sus países del yugo despótico del imperialismo,
único enemigo de verdad que les azota y les
lleva a la ruína.
Muchos sacrificios, mucha sangre, muchas
deportaciones a la Siberia y muchos encarcelados
les habr´`a costado a los camaradas rusos el
poder implantar en su país el régimen de
libertad política que cien años ha gozan otras
naciones. ¡Pero por fin han triunfado!
La Rusia de loz zares, la Rusia burtal e
inquisidora de los grandes duques y de los
cosacos ha desaparecido, se ha derrumbado a los
golpes de la piqueta revolucionaria,
levantándose inmediatamente sobre sus ruiinas la
Rusia constitucional, la Rusia de los Tolstoy,
de los Gorki, de los
Kropotkine y de todos aquellos mártires que
dieron su vida y su libertad por las ideas
bienhechoras de humanidad y progreso.
¡Viva el proletariado ruso!
¡Viva la libertad!
Núm. 791, 31 de marzo de 1917
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