Llorenç Bisbal      ¡Viva el bello ideal!

Es preciso que todos los hijos del trabajo, todos los que sufrimos las injusticias del actual régimen burgués, todos los que estamos encadenados a la sujeción económica, todos los explotados del capital, en una palabra, mantengamos vivo siempre en nuestros corazones el espíritu de rebeldía contra las causas de tanto mal que padecemos.

Es necesario que a la lucha planteada entre capital y trabajo, de cada día más aguda y extensa, acudamos todos unidos y disciplinados a ocupar el puesto que por deber y propia conveniencia nos corresponde.

Es menester, proletarios, que borremos todas las diferencias que nos separan y fraternalmente enlazados por el vínculo material de nuestros comunes intereses de clase, nos aprestemos a batallar incansablemente contra el capitalismo reinante.

No debemos olvidar nunca que el capital se nutre del trabajo que nosotros producimos y que cuanto más débiles y sumisos nos encuentre más y más irá apretando sobre nuestras costillas el tornillo de la explotación. Su condición natural de insaciable codicia no le permite condolerse de sus víctimas los explotados y sus egoísmos solo puede enfrenarlos nuestra resistencia y empuje frente a sus demasías.

Tengamos en cuenta que el actual régimen económico está basado en la propiedad individual de los instrumentos de trabajo y que por esta misma causa ha engendrado la lucha entre los poseedores de dichos instrumentos y los desposeídos, lucha que radica en la desigualdad en los medios sociales de vida entre una y otra clase, y su influencia pesa sobre todos los países del mundo, produciendo continuos trastornos internacionales que no han podido evitar ni evitarán los paliativos legales de la burguesía ni todas sus instituciones armadas de que dispone para la defensa y sostén de sus privilegios.

Hay que socavar pues los fundamentos del presente régimen social; hay que derrumbar los irritantes y perturbadores privilegios del capital, hay que destruir el germen de los insanos egoísmos individuales, para dar lugar a una nueva vida de paz y armonía social, sin la cual no es posible la tranquilidad y el bienestar del individuo.

Esta nueva vida solo la ofrece, con inquebrantable garantía, el Colectivismo. El transformar en propiedad común los medios de producción y de cambio hoy individualizados, por cuyo motivo la sociedad vive en desequilibrio; [el …. ca ] la equidad económica aboliendo la explotación del hombre por el hombre y entregando a cada cual el producto íntegro de su trabajo, él garantiza la enseñanza integral para los individuos de uno y otro sexo; el destruye las fronteras y sienta la base de la paz universal, no reconociendo más que una sola patria para la familia humana: el mundo; el es, en fin, la balanza de la igualdad y el equilibrio social donde no cabrá la hipocresía ni el engaño, que no sólo caracterizan al orden social presente, sino que la vida actual exige como fundamental y suprema necesidad que los hombres sean farsantes y engañosos.

Adoremos, pues, al Socialismo y démosle todos los trabajadores nuestra savia para que crezca y derrame pronto su luz bienhechora sobre la humanidad oscura y destrozada por el capitalismo.

¡Vival el ideal socialista!

Lorenzo Bisbal

1º de Mayo de 1910

EL OBRERO BALEAR

Núm. 425, 1 de mayo de 1910

 

fideus/