Meditaciones sobre el problema de las Internacionales  / Llorenç Bisbal

Creemos que la creación del Partido comunista en España por los elementos escisionistas del Partido Socialista no obedece a una necesidad revolucionaria honrada y conscientemente sentida, ni tampoco a una evolución de ideas cuya propaganda y desarrollo no cupiera en los amplios moldes democráticos del viejo partido.

El motivo real de la escisión está más que en un ideario nuevo, en las intrigas y bajas pasiones de unos cuantos excorreligionarios madrileños que, a fuerza de hacer ruido revolucionario, han embotado la cabeza a un buen número de camaradas de provincias quienes, de buena fe pero inconscientemente, se han sumado a ellos creyendo que ingresando en la Tercera Internacional servían mejor  la causa de la revolución rusa y laboraban con mas eficacia por el triunfo general de las ideas emancipadora, sin tener en cuenta, empero, que su actitud sólo podía favorecer a la burguesía puesto que cuanto más divididos nos hallemos los trabajadores más fácil le será a ésta vencernos en las luchas que le entablemos.

La gran frase de Marx de “trabajadores de todos los países uníos”, que figura en el manifiesto comunista, ha sido estúpidamente profanada por las 21 condiciones de Moscou, que de hecho proclaman la división del proletariado, con la agravante de que esa división se proclama y se exige en nombre precisamente del marxismo y del comunismo. ¡Oh, si Marx levantara la cabeza y viera como es utilizado su nombre para desvirtuar sus ideas y sus principios!ª ¡Con cuanta pena volvería a sumergirse bajo tierra!

La revolución rusa es un hecho socialistas que exige la aprobación, la simpatía y el apoyo de todos los socialistas convencidos del mundo, pero la Tercera Internacional, aunque sea fundada y dirigida por los directores de esa revolución, es una organización separada de ella que con sus tesis y condiciones pretende ejercer sobre los partidos un poder dictatorial y convertir el socialismo universal en una secta dogmática, siendo así que los dogmatismos y sumisiones absolutas no cuadran en la conciencia de ningún socialista consciente.

El hecho ruso nos es común a todos los socialistas y debemos apoyarlo, como nos es común, y la apoyamos también, una huelga. Pero esto no quiere decir que forzosamente tengamos que estar conforme con la táctica y dirección que se imprima en todo movimiento huelguístico ni que tengamos que aceptar como infalible la política de todo partido que ejerce el Poder en un Estado en revolución, y mucho menos la de un organismo a parte como lo es la Tercera Internacional. Lo consustancial y común a todos es el hecho; el modo de ensartar este hecho para que de el fruto apetecible es cosa muy distinta que cada cual aprecia a su manera.

La Tercera Internacional no es el hecho ruso, y aunque nació de los rusos y al calor de su revolución, el espíritu estrecho y autoritario que la informa, sus exclusivismos, sus intromisiones en las interioridades de los partidos, sus exigencias, sus decretos de expulsiones, etc., son inadmisibles para los partidos que sean algo más que rebaños y pretendan ser mayores de edad para regir sus normas de moralidad y disciplina en su propio seno.

Ninguna Internacional que quiera cumplir la citada máxima de Marx tiene derecho a rehusar ni excluir con tesis y condiciones cesáreas a ningún partido de verdadera esencia socialista, y mucho menos ejercer tutela sobre sus afiliados, que para esto se basta y sobra cada partido de por sí.

La Internacional de Moscou no es una Internacional socialista en el sentido marxista, sino la Internacional de una sola tendencia del socialismo, la de los comunistas. Es, por ejemplo, como la Internacional de un solo y determinado ramo de obreros, pero no una Internacional de todos los proletarios que reconocen la lucha de clase como principio común.

Lorenzo Bisbal                                                 

EL OBRERO BALEAR nº 1006

10 de junio de 1921