Conmemoremos la "Semana Trágica"

Llorenç Bisbal

 

 

 

Pronto se cumplirá un año que el pueblo obrero de Barcelona y Cataluña, impulsado por un alto sentimiento de Justicia y humanidad incapaz de ser comprendido y menos juzgado con nobleza por los hombres de alma miserable y estrecho cerebro, se lanzó á la calle á luchar desde la barricada contra los desafueros de Maura, a oponerse por la violencia –ya que era el único medio de defensa que le quedaba- a que continuase la guerra de Melilla, guerra a todas luces injusta, brutal, asesina, encubridora de privilegios y cuya contribución de sangre tenían que pagarla solamente los pobres, los que carecían de 1.500 pesetas, aquellos que nunca hacen alarde de patriotismos embusteros y convencionales, pero          que siempre tienen que llevar la patria a cuestas, pasando inexorablemente sobre sus costillas.

La guerra de Melilla y la actitud de Maura y La Cierva impidiendo el ejercicio de los derechos constitucionales y persiguiendo cruel y ferozmente a los que intentaban ponerlos en práctica por medio de la prensa, la palabra, etc., fueron las causas primeras y originarias de la revolución de Julio del pasado año en Barcelona, revolución que llena de gloria al pueblo catalán y que formará página de oro en la historia de las luchas del proletariado contra la burguesía; porque conviene no olvidar ni un momento el carácter acentuadamente de clase que revistió aquel movimiento desde que estalló hasta que fue sofocado por la artillería. El contenido de combatientes era total y exclusivamente obrero y el fin que se perseguía no era otro que el de oponerse a una guerra de la que únicamente era tributaria la clase trabajadora con su sangre, con sus intereses y con sus vidas, vidas e intereses que se inmolaban en aras de la codicia capitalista, representada por unos cuentos plutócratas propietarios ilegales de unas minas en Marruecos.

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Y en pos de ese ideal de paz y humanidad que guiaba a los revolucionarios de la llamada semana trágica vertieron su sangre y dieron sus vidas centenares de luchadores y miles de ellos perdieron su libertad, y otros tantos se hallan refugiados en países extranjeros, pasando las mil peripecias pro no poder regresar a España. Es necesario que nosotros les ayudemos, es preciso que libertemos, a todos los que gimen en las cárceles y presidios por los sucesos de Barcelona, es menester que obliguemos al gobierno a que conceda una amplia amnistía para todos los fugitivos y condenados de la semana trágica; y para conseguirlo debemos recurrir a todos los medios, incluso a aquellos por los cuales los revolucionarios de Barcelona nos libertaron a nosotros y libertaron a España de la inquisición maurista. Es una gran deuda de justicia y gratitud que les tenemos los trabajadores y los españoles todos que aman la libertad y aprecian el sacrificio heroico y desinteresado de los que dan la suya y ponen en riesgo su existencia por defender la de los demás.

Pues bien: ahora que se presenta el aniversario de aquellos sucesos gloriosos debemos aprovecharlo para celebrar en toda España un acto grandioso y solemne que tenga por objeto:

1.- Declarar que la revolución de julio en Barcelona, por su carácter, por sus principios, por su finalidad y por los elementos que integraron fue un acto exclusivamente revolucionario y de la clase obrera.

2.- Declarar inmortal la fecha del 26 de julio para el proletariado español.

3.- Sancionar todo cuento se hizo en aquella semana por los revolucionarios y condenar todo actos de apachismo que pudiera desvirtuar los altos fines que se perseguían.

4.- Recordar la memoria y rendir homenaje a los compañeros que perecieron en la lucha.

5.- Pedir o exigir la libertad de los presos y condenados por dichos sucesos, como también la amnistía completa para los expatriados.

Y  6.- Condenar con dureza y sentenciar a muerte política a Maura, Cierva y tantos otros verdugos y torquemadas modernos de España.

¡Celebremos la semana roja que puso fin a la sangrienta guerra de Melilla¡

¡Loor a la semana trágica que derrumbó al dictador soberbio Maura del poder, purificó la atmósfera española, trajo vientos de libertad y puso al régimen monárquico al borde del abismo¡

¡Viva la “Semana Trágica”¡

Llorenç Bisbal

EL OBRERO BALEAR

Núm. 435, 9 de julio de 1910