¡A las filas, obreros curtidores! ¡Camaradas! Otra vez vuestra sociedad os llama a filas para disciplinaros y fortaleceros en la unión; otra vez se os dirige la voz de ¡a formar! Para que os preparéis a reconquistar las mejoras que un tiempo ganasteis con vuestra fuerza y unión y que ahora no disfrutáis por haber abandonado a la Sociedad, ese hermoso baluarte desde el cual libra sus batallas contra el capital el proletariado unido; otra vez se os llama a la lucha por la conquista de vuestros derechos, para el sostén de vuestros hijos, para la conservación de vuestras familias. ¡Qué hermosa es la lucha cuando uno la sostiene para dar pan a sus hijos! ¡Qué bella cuando tiene por objeto defender la vida y la libertad! Ni vida ni libertad tenéis vosotros, ni pan tienen vuestros hijos, compañeros curtidores. ¿Es vida la de estar metido todo el día en esa especia de presidios llamados fábricas, envueltos en agua sucia y trabajando como bestias sin tener el consuelo de ganar lo suficiente para no padecer hambre y miseria? ¿Es libertad la de estar encerrados desde que amanece el día hasta l puesta de sol sometidos al mando de un patrono sin conciencia o de un capataz sin entrañas que siempre vigila y ordena? ¿Dónde está el pan que comen vuestros hijos si sus semblantes indican que no perciben más que media ración? Y ante una situación así, tan desesperada, tan penosa, ¿no os sentís animados a luchar a todas horas contra semejante estado de cosas? ¡Compañeros curtidores! Unión es fuerza; luchar es vivir. A la lucha, pues, os llama vuestro deber de hombres y de padres de familia. A alistaros en las filas de la Sociedad, y a empujar el arma noble de la asociación contra la explotación de que sois víctimas, es obligación vuestra. Si así no lo hacéis, ni pan tendrán vuestros hijos, ni seréis libres, ni viviréis. Y de ello seréis más cómplices que víctimas Elebebe [Llorençs Bisbal Barceló] Núm. 340, 8 de junio de 1907
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