Con el pretexto de la unidad sindical

Desgraciadamente la clase trabajadora de España y muy particularmente la palmesana no tiene memoria y es lo bastante incauta para dejarse alucinar por los cantos de sirena aduladora.

Si tuviera memoria y fuese más experta sabría a que atenerse cuando se la quiere conducir por los caminos del engaño mediante palabras y proyectos artificiosos que esconden una finalidad distinta de la que sus propagadores expresan.

Es preciso recordar bien ciertas actuaciones sindicales pasadas de ciertos individuos que mentirosamente pretenden querer la unificación obrera por ser notoria su labor de división de la organización de los trabajadores. Y como a nosotros no nos duelen prendas y nos gusta hablar claro, por creerlo saludable para la organización, hemos de decir que uno de estos individuos es precisamente Ignacio Ferretjans, comunista de ocasión a quien creíamos emancipado de pasados errores y desvaríos y que a su vuelta del continente ha emprendido audaz campaña encaminada a desmembrar a la Unión General de Trabajadores bajo la máscara de una unidad sindical no sentida ni practicada.

Fue Ignacio Ferretjans presidente de la extinguida Federación de Sociedades Obreras cuando la Casa del Pueblo estaba en la calle de Ballester, y, dejando a un lado la parte administrativa de aquel Comité Central, que fue funestísima, al ser éste destituido por una legítima mayoría, el hoy partidario de la unificación produjo la escisión sindical dividiendo a la organización obrera es dos federaciones. El y los suyos se fueron entonces con los sindicalistas, de los que luego fueron esclavos prisioneros, a la Plaza de Mercadal, llevándose el Sindicato de albañiles y todos los demás que pudieron. ¿Tiene un hombre así solvencia y autoridad para levantar bandera de unidad sindical? ¿Han de merecer ninguna confianza en los trabajadores que tienen memoria de aquellos hechos? ¿No se ocultará una segunda intención tras esa campaña emprendida de unificación?

Ahora que la Casa del Pueblo empezaba a florecer, operándose poco a poco bajo su techo la verdadera unidad sindical de Mallorca con el cobijo de sindicatos que vivían dispersos; ahora que se ha constituido la Unión General de Trabajadores de Baleares con sus dos mil quinientos adheridos, bajo cuya dirección se pudo organizar  llevar a triunfo positivo y resonante a todo el Arte textil; ahora que la organización reverdecía y tomaba orientaciones sanas de reivindicación, construyendo una esperanza de halagüeño porvenir; ahora que iban desapareciendo resquemores y olvidándose yerros y agravios pasados, sacrificándole amor propio y desterrando odios que hacían imposible toda labor de defensa común; ahora que se estaba realizando la unión fraterna de los trabajadores, ahora es cuando Ferretjans, azuzado por unos cuantos irresponsables comunistas, viene a hacer campaña perturbadora de esa misma unidad. El sabe que la unidad sindical la deseamos todos los trabajadores y que en distintas ocasiones se ha intentado hacerla en España, pero también sabe que el momento actual es el más inoportuno para tratar estas cuestiones y que la tal unidad no ha de venir porque la pidan los comunistas o la media docena de sindicatos que les siguen, sino cuando la Confederación y la Unión General lo acuerden, nos por presiones comunistas, sino porque las circunstancias y la conveniencia común lo exijan.

Pero lo que aquí se persigue no es la unidad sindical; con esta bandera, con el pretexto de esa unidad se va a la desunión de los trabajadores, al desmembración de la Unión General, que lleva media centuria de existencia en España y cuya dirección quisieron un día asaltar los comunistas y al no poderlo conseguir dirigieron sus miradas a la Confederación, adulando a los sindicalistas para que les abrieran las puertas del mangoneo. Más al ver que éstos tampoco les hacían caso, recurrieron al ardid de hacer convocar un congreso pro-unidad por la Federación de Sebastián, de cuya dirección habilidosamente se han apoderado. Este Congreso, que fue suspendido por falta de ambiente obrero y que volverá a serlo por los mismos motivos, tiene por finalidad indisciplinar a algunas Sociedades incautas adheridas  a la Unión para luego formar con ellas una pantalla de organismo nacional que les sea adicto y les de personalidad.

Con el pretexto de la unidad sindical se va a una mayor división del proletariado; el arma de la unidad se esgrime contra la Unión General de Trabajadores, que representa la verdadera unidad obrera como lo indica su nombre y lo acreditan su antigüedad y sus cerca de cuatrocientos mil afiliados.

EL OBRERO BALEAR nº 1268

30 de julio de 1926