Colau Llaneras: Temo que se quiera olvidar Memoria Civil, núm. 12, Baleares, 23 marzo 1986 Jaume Pomar En el devenir de su propia cotidianeidad, la Guerra Civil representó, también, un desfile de actos y objetos mostrados por primera vez ante los atónitos ojos de un pueblo que tardó muchos años en salir de su asombro. Las interpretaciones han llegado a posteriori por obra y gracia de psicólogos, sociólogos e historiadores. Hacia una voluntad de clarificación, importa desvelar los contenidos sociológicos que permanecían en los símbolos que Mallorca contemplaba el 19 de julio de 1936; la visión psiquiátrica de la represión, entendida como una acción violenta de múltiples facetas, o la misma enfermedad mental, como secuela dramática de los horrores cuando hacen mella en personalidades no galvanizadas. Nadie mejor que Colau Llaneras para coger por los cuernos el toro de este tiempo tremendo y dolorosos y llevarlo al redil, donde jamás sus astas punzantes puedan volver a dañar las pieles sensibles ni embestir al talón de Aquiles de lustrales defensas. Llaneras, psiquiatra y Concejal de Cultura de l'Ajuntament de Palma, me ha dicho: la Guerra Civil y yo tenemos 50 años, es decir, yo nací en el 36 y lo propio de los primeros años de la vida es la inopia pura y simple.
Desfile de la Sección Femenina de Falange de Palma Naturalmente, evita pensar que pueda hallarse en posesión del secreto del por qué de las guerras. Pero le sobra consciencia para saber que ha podido observar de cerca sus efectos. Sociologia de los simbolos fascistas - En la parafernalia paramilitar de los distintos fascismos hay atisbos de teatralidad y de narcisismo que bien merecen una interpretación en profundad ¿por dónde empezamos? - Es cierto que a los falangistas les gustaba la coreografía, con una cierta tendencia romántica. La necesidad de la movilización de masas provocaba el intento de crear una milicia, la adopción del disfraz de los autorizados para el uso de la violencia, algunas de las variedades del disfraz militar. Añadamos a ello otras características: la exaltación de la juventud, la creación de un ideal de mujer heróica, el cultivo de la jerarquía, un cierto estilo de mando con mucho taconeo y pecho henchido. Tu hablas de narcisismo, bueno, en un sentido descriptivo, si. Existe también una pretensión lingüística presente en todos los movimientos de la época, incluso en los anarquistas, pero que els fascio italiano y sus hermanastros español y alemán recogen: "el hombre nuevo". - En cuya entelequia debían confluir rasgos supernumerarios, entiendo, como algura belleza física, amén de otros aditamentos sintomáticos de las supiradas voluntades de mejorar la raza. - Claro, el nuevo atropoide tenia que pensarse, casi por necesidad de las bambalinas, más fuerte, más alto, más cesáreo. Resulta más divertido pensar en todo ello si recordamos al facha-funcionario: bigotito-régimen, color cetrino ayuno de sol y de yodo, gafas gruesas, obscuras, sombrero y gabardina. Creo recordar que Onésimo Redondo se peinó una temporada como Hitler. La liturgia estaba muy bien trabada y organizada: Uniforme, himno, insignia, gesto. - Y cierta liturgia aúna uniformes, himnos y canciones, insignias y emblemas, saludos y estilos, ofreciendo a los ojos de hoy un modelo tan pronto apto para la emoción del llanto como para la del cachondeo. - El uniforme, que hizo mella en la mujer, había impregnado otras áreas de la derecha. Recuerda que los jóvenes de la CEDA llevaban un uniforme con camisa verde y saludaban con el brazo extendido que luego flexionaban a la altura del tórax. En cuanto a la liturgia, estaba muy bien trabada y organizada: uniforme, himno, insignia, gesto. La totalitaritazión es un objetivo estructural básico y es obvio que tenía que usar los elementos más fácilmente impregnables de emocionalidad. Por lo demás, es himnario de la guerra, de uno y otro lado, es muy hermoso. Represión: su incidencia en la psiquiatria - La sistemática del exterminio del contrincante nos hace pensar en actos de frialdad mental espeluznante. Al mismo tiempo, la saña y la crueldad qaue constantemente aparecen ante los ojos del curiosos nos remiten al palitativo de la emotividad. |
- Como psiquiatra tengo poco que decir: tengo la convicción de que la represión fue un hecho fríamente decidido. Piensa en los papeles de Mola o en que Franco manda fusilar a un primo suyo. La represión pretendió ser la creación de un horror ejemplar, como una voluntad de exterminio fríamente decidida, y los textos históricos manejables creo que no dejan lugar a dudas. - Niegas, por tanto, la violencia autóctona "made in Mallorca", más notoria si observamos cómo se han encubierto vergonzosas ejecutorias personales y se ha buscado un "chivo expiatorio" en el grotesco Conde Rossi, italiano y no mallorquín, no te lo pierdas. - No me parece que la situación en Mallorca fuera diferente a la de otros lugares. No puede argumentarse un exponente de mediterraneidad en la ferocidad de la represión: como en Granada, como en Navarra, etc. No puedo saber hasta qué punto es cierta la tesis de Rossi como "chivo emisario". Es decir, los mallorquines nos habríamos inventado un Rossi sanguinario que es el responsable de nuestros propios disparates. No creo que sea necesaria esta hipótesis. Por lo demás, autográficamente, sin lugar a dudas -y la investigación minuciosa lo ha probado absolutamente-, en la represión existieron muchas venganzas personales, deudas negadas, odios enfermizos, etc.
Llegada a Menorca del Obispo Pascual en 1939. La enfermedad metal como secuela de la guerra civil - Alguien moría y otros seguían vivos. La historia, personal y colectiva, segun su camino. Tú, con 25 años de psiquiatría -y no de metafísica- sobre tus hombros, algo debiste ver en relación con la supervivencia como obligación de humildad impuesta. Del pasado como un hecho a superar o como una condena. - Quizás más significativo que el propio hecho de la enfermedad mental sea una cierta forma de vida disminuida, recortada temerosa. Mi aprendizaje se dio en la realidad triste de los años 50. El triunfo de Franco en la guerra significa la imposición de una "moral oficial" en la cual campaba a su aire la explotación y el dominio capitalista y una absoluta miseria sexual. Y no me refiero solamente a que nadie se comiera un rosco. Reglamentamos la indumentaria playera y tuvimos una prostitución floreciente. El matrimonio, el amor, la familia, el sexo, etc., son normalizados, formando parte del reducto político de la clase dominante.. Todo ello general una sensación tremenda de asfixia, de frustración, de impotencia, de silencio. La falta de libertad de expresión determina una situación afásica, sin voces, sin libros, sin discrepancia, parecida a la muerte. - Y el pasado aparece como un fantasma que asusta, que da miedo. Empañado el cristal de la vida por la opacidad de la mala conciencia. - Existe un miedo al pasado. Nadie está seguro de nada, de cómo asumir su propia historia, de quiénes tenían razón. Es casi necesario que aparezca un mecanismo de adaptación eficaz: el olvido. - La moral del perdedor transformada en disfunción psíquica actuando a modo de Pepito Grillo de una tierra mentirosa y de nariz hipertrofiada. - Personas incómodas para todo el mundo que aparecen en las consultas. Aquellos para los cuales el horror de su propia vivencia no les permite acogerse a la desmemoria, Supongo que casi todos los profesionales de mi edad recuerdan aquellos enfermos terribles, centrados en el momento en que se llevaron a su padre, en el asesinato de un hermano, en la muerte de un hijo. Frente a la pretensión de los familiares de olvidar, mantienen su dolor, su desesperación, su necesidad de comprender o la esperanza de que aquello que ya ocurrió hace tantos años, no hubiera tenido lugar. - Otros, por contra, encuentran o eligen caminos de superación del pasado mediante la integración, la escalada económica y social, la adaptación. El éxito como negativo de una actitud de cinismo. En efecto, estos mecanismos adaptativos no "fabrican" enfermedad psiquiátrica. Dan lugar quizás a personalidades "prácticas", con miedo a la "política". Es empujar una puerta abierta señalar que la moral de postguerra crea un hombre definido con el "no me meto en política". Con este uso curioso del verbo "meterse", com en "meterse en sus cosas" o "meterse en su vida", es decir, como si "meterse" fuera siempre "entrometerse". Como señalas, el éxito puede ser otra cara de una actitud de cinismo. - Por último, los cachorros o herederos de los ganadores. Hay en ellos un doble juego de simbiosis o reacciones ante el sistema que se les ofrecía. Ellos alimentaron la llama de la continuidad y también la de la contestación. Creo que la situación democrática les ha hecho abominar de su "pedigree". Hay que reconocer que la convivencia actual es absolutamente fantástica. Mira. en el Ayuntamiento dedicamos un "Cultura fi de segle" a la Guerra Civil y estuvimos preocupados por el tema de la motivación. Hace sólo 50 años, es una guerra doméstica, algunos supervivientes están vivos y pese a todo ... La Editorial Labor ha publicado un texto: "La Guerra Civil española: 50 años después", de Tuñón, Angel Viñas y otros. Van por la segunda edición. Quizás es un buen síntoma. La historia de un pasado aque es preciso no olvidar para no repetirlo. Temo que se quiera olvidar. Es una vieja costumbre humana-
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