1926 –LA IDEA DE CREAR UNA OFICINA PERMANENTE EN LA CASA DEL PUEBLO

Poco a poco van respondiendo los compañeros al acuerdo de las Directivas de que cada cual exponga su opinión sobre la idea del Patronato de instalar una oficina permanente en la Casa del Pueblo. El primero que rompió el fuego tratando tan interesante asunto fue el camarada Jaime Rebassa, secretario de la UGT de Baleares, el segundo el compañero Aeme y en el presente número exponen la suya los camaradas Jaime Bauzá, Antonio Mª Alsina, Ignacio Ferretjans y otro camarada que firma con el seudónimo Jocés.

De desear es que los compañeros que piensen tomar parte en esta discusión lo hagan pronto, bien en pro o en contra de la citada idea, pero aportando datos que ilustren y convenzan de su bondad o de su inconveniencia, pues como se trata de una cuestión delicada es necesario tomarla muy en serio y estudiarla a fondo por sus lados buenos y malos.

He aquí la opinión de los citados compañeros

UNA OFICINA PERMANENTE EN LA CASA DEL PUEBLO

Muy loable pensamiento tuvo el Patronato de la Casa del Pueblo al proponer la creación de una oficina permanente. Nadie mejor que el habrá podido pulsar las necesidades de la organización y apreciar con precisión que tal innovación era no sólo útil sino de inaplazable realización. Tan indispensable y conveniente creo al organismo iniciado que me atrevo a afirmar que oficina permanente equivaldría a Casa del Pueblo permanente. Si queremos empezar en dar algo de serenidad a nuestros núcleos sindicales bueno será asentarlos sobre bases sólidas e inamovibles.

Hay una porción de leyes sobre materia social que algún beneficio reportarían a la clase, si, aunque de una manera relativa, se lograse su cumplimiento, y esto sólo podrá intentarse cuando exista quien tenga el deber de llevar a su cargo tales funciones. Siempre que no se subvencione a un individuo para atender a tales menesteres, todo lo que con esto se relacione no pasará a mera fantasía. Si cuando a un compañero lo despiden injustamente, sin el abono de los ocho días, o un accidente de trabajo sea reparado con arreglo a la tacañería del patrono, en vez de serlo con miras a la ley, o cuando un contrato se incumpla, si no hay en tales casos una oficina u organismo burocrático que se encargue de tramitarlos, el perjudicado ni siquiera tendrá el consuelo de ponerse en camino de ver atendidos sus derechos, de conquistar lo poco que las leyes le otorgan. En suma: seguirán como hasta la fecha, que sólo han llegado a las gradas del tribunal que entiende en estos litigios, las reclamaciones de aquellos que han tenido a un esforzado compañero que a fuerza de una gran voluntad ha hallado ocasión de restar tiempo al reposo para extender la oportuna demanda.

Otro aspecto de la cuestión que nos ocupa, tanto más importante que el expuesto, es que se refiere a la parte administrativa y burocrática de las sociedades obreras. Muy fácil es que huela a pedantería esto de burocracia, tratándose de obreros, y no obstante hay ciertos quehaceres en los organismos proletarios que se pueden tachar de tal naturalmente que en ellos no es preciso resolver problemas algebraicos, ni tampoco son menester nociones de filosofía, pero los simples conocimientos de que no se puede prescindir, en muchísimas entidades se carece en absoluto de ellos y en muchísimas ocasiones es motivo para que nuestros adversarios y todos los interesados en que nuestros organismos no prosperen, se befen de nuestra actuación, de nuestros documentos y todos estos males hallarían remedio pronto con lo propuesto por el Patronato.

Tal vez haya quien crea que la implantación de dicha oficina, supone el cese de los compañeros que desempeñan cargos de secretaria y demás en las sociedades sostenedoras de tal convenio; no, no es este el criterio, todo lo contrario, se trata de ensanchar, de hacer más intensa y purificada la labor. La oficina en cuestión debe crearse para buenamente llevar a término todo aquello que las entidades por si no pueden realizar, no se pretende entrometerse en los asuntos íntimos de las sociedades, lo que se busca es darles un medio de orientación y purificación en los trabajos de redacción y escritura que ellas no puedan o no sepan hacer.

No creo muy necesario insistir mucho sobre el tema por cuanto en la deliberación de tales cuestiones, lo que más suele pesar es la opinión de los que tienen cierta solvencia, adquirida por las lecciones del tiempo en asuntos de índole societaria y de estos en la Casa del Pueblo hay bastantes.

Las sociedades que tengan sobre tal medida ciertos recelos, deben quedar a salvo de entrar en la colaboración de este plan, toda vez que no debe imperar el sistema habitual de mayorías, sino entrar únicamente las que de buen grado se avengan a la implantación de la oficina, que son las únicas, en mi opinión, que deben sostenerla y para éstas únicamente debe funcionar. Sería contraproducente tal vez querer cimentar dicha institución sobre la obligatoriedad de elementos que le fueran adversos. Por de pronto me consta que entidades hay, que con gran fervor desean que cuanto antes se ponga en ejecución la idea planeada por el Patronato

Mucho mejor si todas las entidades que se albergan en la Casa del Pueblo prestasen decidido apoyo al proyecto, pues de un modo absoluto y en servicio para todos podría instaurarse la oficina, pero de haber dificultades, de no estar todas las entidades conformes, implántenla las que lo estén, de manera que su marcha responda a sus fuerzas y necesidades y estoy seguro que harán una obra de utilidad no sospechada, llenando los fines que persiguen.

Manos a la obra, pues, a ver si pronto será un hecho la vida de la susodicha oficina.

J[aume] Bauzá

SOBRE LA CREACIÓN DE UNA OFICINA CENTRAL EN LA CASA DEL PUEBLO

Mi opinión

Correspondiendo a la invitación acordada por las Directivas de la Casa del Pueblo, de que los socios que tengan opinión sobre la proyectada implantación de una oficina central permanente al servicio de las entidades de la Casa y dirigida por un individuos capacitado, la expongan en EL OBRERO BALEAR, yo expongo la mía modesta, por si pudiera aportar un poco de luz a la discusión entablada.

Si se trata de centralizar el servicio burocrático en una oficina central, con objeto de  evitar tener una numerosa burocracia y además hacerla rendir el máximun de beneficio, dotándola de algunos servicios auxiliares más, como, por ejemplo: consulta y gestión de leyes de carácter social, no me parece mal.

En el supuesto, pues, de que establecemos una oficina central, en lo que respecta al servicio que debería prestar esta oficina a las entidades, creo que debería limitarse a los documentos más extensos posibles, a fin de no suscitar la suspicacia de una intervención extraña, conformándose a redactar actas, documentos gubernativos, reglamentos, etc. Esto en lo que respecta al servio de las entidades.

Tratemos de las leyes de carácter social, de las principales, de la de Accidente de Trabajo.

El compañero que dirija la oficina a mi entender no deberá olvidar que necesita el concurso del abogado y, por tanto, todas sus gestiones se deberían encaminar teniendo en cuenta tal objeto; así que debe evitar en lo posible hacerse cargo de las gestiones definitivas, sino dar intervención al abogado pasadas las gestiones preliminares y ser el estimulante de éste, y en la medida que quepa, el director del individuos.

Tratemos de otra ley, de los Tribunales Industriales. Aquí el campo es más vasto, en lo que respecta a despidos puede el individuo empezar y terminar las gestiones, pero ¿es recomendable  tal medida? a mi entender no, mientras sea posible, ha de darse intervención al técnico en estas materias, al abogado o al procurador; pero con la circunstancia que no dejará de intervenir continua y constantemente el compañero encargado de la oficina central, que será el estimulante del técnico, y en la medida que quepa, el director del individuo.

Ahora en lo que se refiere a otras leyes como la de Maternidad y otras de carácter social en las que el compañero encargado de la oficina central se vería obligado a intervenir con lo que daríamos al expresado compañero una labor no lijera.

Por lo que se ve, pues, si se trata de un compañero que ha de estar varias horas en la oficina central no podrá tener a su cargo la gestión de leyes de carácter social, y no debe hacérsele tal encargo, porque es ponerle en un brete, sino encargarle de evacuar consultas que es lo más que puede hacer. Así encargado del consultorio, el expresado camarada tendrá labor suficiente y no ligera que llevar a cabo.

Y si por el contrario quiere encargársele la gestión de leyes de carácter social, tiene irremisiblemente que ampliar el plazo de las horas y habrá que sujetar al indicado camarada, a 6 u 8 horas de trabajo, así que deberá hacerse uno u otro presupuesto según sean las primeras o las segundas horas que se adopten.

Esto es lo que opino respecto al establecimiento de una oficina central permanente.

Antonio Maria Alsina

Palma 27-8-1926

LO QUE YO PIENSO SOBRE LA OFICINA PERMANENTE

Aprobaron las juntas directivas la iniciativa del Patronato sobre la necesidad de fundar dentro la Casa del Pueblo una oficina permanente para dar mayor facilidad al desenvolvimiento de aquellas organizaciones que, por desgracia, carecen de hombres capacitados y conocedores de todos aquellos resortes que tiene la vida social. Aprobada la iniciativa, nos quedaba margen para estudiar la eficacia que pudiera tener dicho organismo y la estructura que se le debiera dar en caso de considerar aceptable o eficaz su funcionamiento.

No caben dudas que los compañeros iniciadores van guiados de sanos propósitos y se desvelan por sentar una base sólida donde pueda desenvolverse la organización.

Esto no pone restricción alguna al derecho que tenemos todos de opinar sobre esta cuestión después de haber estudiado a fondo la conveniencia o, más claro, la oportunidad de establecer dicha oficina.

Yo pienso (debieran pensar todos los trabajadores que buena falta nos hace) que dicha oficina es necesaria en la Casa del Pueblo lo que no considero oportuno el que ésta sea permanente y que tengamos que añadir uno más a la lista de retribuidos agravando como consecuencia, la vida económica de las organizaciones que es en extremo precaria.

Para justificar mis manifestaciones es preciso que recordemos la época psada, del año diez y siete al veinte y uno, momentos aquellos de gran actividad organizativa y de lucha contra la carestía de la vida y por la elevación de los salarios, teníamos en la Casa del Pueblo un secretario retribuido con cuarenta pesetas mensuales que era lo bastante para atender a las exigencias de la organización. No debo dejar de consignar que había un grupo de compañeros que trabajaban desinteresadamente desvelándose por atender a la organización.

Las actuales circunstancias son tan diferentes que nuestra actividad está reducida, casi en términos generales, a llevar la administración y hacer la labor de propaganda que nos permite hacer el actual régimen de dictadura. En aquella época contábamos con más de cinco mil asociados hiy apenas pasan de dos mil. Por consiguiente ¿qué eficacia puede tener dicha oficina permanente en estos momentos de plena indiferencia y de conformismo suicida?

Que haría el compañero oficinista durante todo el día metido en la Casa del Pueblo ¿dormir? para esto que lo haga en su domicilio y evitaremos un gasto a las entidades. Digo esto por que estamos viendo que durante el día no viene nadie en la Casa del Pueblo.

¿Cuáles son los asuntos que puedan presentarse a la oficina? a mi entender un despido injusto, un accidente mal pagado, una consulta sobre las diferentes leyes sociales, solicitar la fórmula para hacer un documento para los organismos oficiales etc.., etc.

Son asuntos éstos que serán presentados a la oficina después de haber abandonado el trabajo el interesado.

Por consiguiente si estas reclamaciones o consultas no pueden ser atendidas por el secretario retribuido de la U.G. de B. o por el secretario y auxiliar retribuidos por el Patronato que se funde la oficina pero que sea su funcionamiento de ocho o a nueve todas las noches y que esté regentada por diferentes compañeros para poderse repartir los días de trabajo. Claro está que estos camaradas no deben cobrar ningún céntimo. ¿Encontraremos estos hombres? es casi seguro, son muchos los que blasonan de servir a la causa y a la causa se la sirve desinteresadamente es el mejor ejemplo que podemos ofrecer a las masas incultas del proletariado.

Ignacio Ferretjans

ORGANIZACIÓN

Bajo este epígrafe se han escrito multitud de artículos; podrían escribirse muchos más y se escribirán desde luego. Centenares de plumas han exhortado, desde las columnas de los periódicos avanzados, a la masa trabajadora para que se organizase. Grupos de obreros y Sociedades ya constituidas y organizadas se han lanzado a proclamar, dentro sus respectivos gremios, la necesidad imperiosa de la organización como medida principal para salir airosos en las luchas que puedan sobrevivir hasta el logro de nuestra emancipación.

Pero la organización debe realizarse en sus múltiples aspectos por insignificantes que sean; debe desarrollarse con el máximo de eficacia y con el mínimo de tiempo. ¿En qué aspecto estamos hoy más faltos de organización? En el de Secretarias. Contamos en nuestra Casa del Pueblo un grupo de Sociedades potentes que son las que más ostensiblemente han notado a faltar la organización en sus Secretarías; teniendo que luchar con el inconveniente que representa el tener que escribir horas y más horas las cartas, solicitudes, instancias, convocatorias, circulares una a una, y a veces con letra que resulta ilegible … ¡Cuánto tiempo perdido!

A subsanar este estado de cosas han venido las máquinas de escribir, los multicopistas y otros inventos, que permiten ahorrar este tiempo que lastimosamente se pierde y hacer que sea legible por todos los que antes les parecía un problema leer. Además se pueden intensificar trabajos, como propagandas sociales, que por lo costosos dejaban muchos de realizarse.

No pretende con esto el cronista de que tenga que montarse en cada Secretaria de la Casa del Pueblo una verdadera oficina con material moderno, ni tampoco se dispondría de capital suficiente para hacerlo; pero si aboga para que, en principio, se funde una Secretaria Auxiliar para todas las Sociedades cobijadas, cuya Secretaria dispusiera, además del correspondiente material, de personal apto, más o menos permanente a horas que se indicasen, para ilustrar o asesorar a las entidades asociadas que demandasen su gestión. Sería una manera práctica de llevar los asuntos con rapidez, sin tener que molestar, como se viene haciendo hasta ahora, a ciertos compañeros que se cargan voluntariamente, esa labor, pero que, a pesar de su mucha buena voluntad, no siempre se hallan disponibles.

Es indudable que se impone la creación de esta Secretaria Auxiliar, pues lo exige el desenvolvimiento creciente de la Casa del Pueblo, y además por deber de asimilarnos a las Asociaciones Obreras que más se distinguen por su organización.

Nosotros los trabajadores mallorquines que disponemos del mejor edificio de Casa del Pueblo que hay en España, ¿permitiremos que nuestra organización de oficina sea anticuada y risible?

Examinemos bien la cuestión y aunemos nuestros acuerdos para la realización de una cosa tan sencilla y que tanto bien, tantas facilidades, tantos beneficios nos puede reportar.

Jocés.

EL OBRERO BALEAR nº 1273

9 de septiembre  de 1926

1926 –LA IDEA DE CREAR UNA OFICINA PERMANENTE EN LA CASA DEL PUEBLO

PROBLEMAS DE LA CASA DEL PUEBLO

I

Varios compañeros de lo más saliente y capacitado de nuestras organizaciones obreras han expuesto su opinión en estas columnas sobre la conveniencia de crear una Oficina de servicio permanente en la Casa del Pueblo que atienda, de un modo general, a las necesidades burocráticas de la organización y que a la vez sea una especie de consultorio donde los socios puedan encontrar luz y orientación en lo que respecta a sus derechos jurídico-sociales, hoy tan desconocidos por la generalidad de los obreros en perjuicio evidente de sus intereses.

Todos, a excepción de dos, han coincidido en la necesidad, utilidad y conveniencia de la mencionada Oficina, habiendo tratado el asunto con alteza de miras y aportando razonamientos dignos de ser tenidos en cuenta. Un compañero ha habido, sin embargo, que ha tomado tal concepto de la proyectada Oficina y de los trabajos que tendrían que pasar por ella, que no ha vacilado a suponer que el individuos que estuviera a su frente tendría que dormir todo el día por no tener  con que ocupar el tiempo. ¡Menguada idea de la misión que debe desempeñar una institución como la de que se trata! Si este compañero ha creído con esto hacer un servicio bueno a la causa, se ha equivocado; más si lo que perseguía era hacer un estribillo para conquistar el parabién de cuatro descontentos sistemáticamente contradictores a todo lo que sale del Patronato de la Casa del Pueblo, en éste caso puede enorgullecerse de haber logrado su fin.

Nosotros, sin embargo, que nos proponemos tratar esta cuestión con corazón y cabeza puestas al servicio de las organizaciones obreras, nos guardaremos mucho de recurrir a ese vicio o costumbre inveterada de ir a la caza de aplausos mediante halagos a la necedad. Preferimos ser arrollados por los necios que transigir y formar parte con ellos, pues siempre fueron lastre y estorbo del progreso. Por eso combatimos la necesidad lejos de entronizarla en nuestro campo, como hacen algunos. Y vamos a entrar de lleno en la cuestión.

oooOooo

¿Qué es una oficina? “Un sitio donde se hace, ordena o trabajo alguna cosa; un sitio destinado para los trabajos de alguna contaduría, secretaria, etc.”

Pues bien; la oficina que se trata de crear en la Casa del Pueblo ha de tener por objeto, a parte de otras cosas de mucha importancia que luego trataremos, el hacer, ordenar y trabajar todo aquello que las Sociedades no sepan, no puedan o no quieran hacer, tres casos estos que son frecuentes y hasta constituyen un mal endémico en muchos sindicatos, siendo muchas veces la causa de su decadencia y hasta de su desaparición. El no saber es un caso de incapacidad que no pocas veces lo hemos visto entre obreros de un gremio que se organiza, principalmente aquellos de escaso aprendizaje donde suelen ir a parar los que no saben leer ni escribir, o saben poco; el no poder es un caso de imposibilidad que con frecuencia se pone de manifiesto en las Sociedades, ya porque los compañeros que son aptos para desempeñar cargos son jóvenes y cortejan o quieren divertirse, lo cual es muy propio de la juventud, o bien porque son casados y las necesidades y preocupaciones de familia les impiden poder dedicar tiempo y energías al servicio de su Sindicato y al de la causa obrera en general; y el no querer es un caso de falta de voluntad que se pone de relieve en casi todas las juntas que se convocan para el nombramiento de cargos, donde nadie quiere aceptarlos y si sale algún voluntariosos con ganas de trabajar se le carga un mochuelo tan insoportable de trabajos que acaba por sentirse agotado en sus energías y en su  voluntad y lo abandona todo. Este caso es frecuentísimo y general en el campo de la organización obrera, en vista de lo cual no ha habido más remedio que retribuir o gratificar ciertos cargos en beneficio de los propios Sindicatos.

Si la oficina de que se trata no tuviera que llenar otra misión que esta, ya estaría justificada su creación y trabajo tendría que hacer el compañero que la regentase. Pero ya iremos demostrando que su radio de acción no ha de terminar en esto y que su alcance ha de traspasar la peregrina concepción que de ella se han formado algunos compañeros cuya buena fe no discuto.

Por hoy basta con dejar anotado que la proyectada oficina tiende a establecer un servicio burocrático en la Casa del Pueblo de carácter social o común para todos las entidades que en ella se cobijan, del mismo modo que hay un servicio común de limpieza, alumbrado etc. Es decir, se trata de implantar un principio de socialización en nuestras organizaciones cuyas ventajas y beneficios iremos demostrando en sucesivos artículos.

L[orenzo] B[Bisbal]

LA OFICINA PERMANENTE

Mi opinión

Cumpliendo el deber que tenemos todos los que sentimos ansias de mejorar y perfeccionar lo que a las Colectividades se refiera, no puedo dejar de emitir mi opinión en un asunto de vital interés para estas.

Si verdaderamente es verdad que las Sociedades no cuentan con hombres capacitados para solventar las cuestiones que la Oficina permanente no dudo resolvería una vez funcionase, es muy lamentable; pero si se tiene en cuenta el radio de acción que han tenido y el tiempo de vida Societaria que llevan deduciremos que es muy modesto el concepto que de sus dirigentes se ha formado.

Sinceramente opino que no es este el momento oportuno para pedir nuevos esfuerzos y crear nuevos organismos, y para bien de los que pertenecemos a la U.G. es más conveniente que continúen las cosas como ahora, que el que tenga más conocimiento de las cuestiones Sociales sirva prestando su valiosos concurso y que cada Sociedad por si tenga en cuenta las molestias que ocasiona.

Cumplida la misión que me dictan los principios de mi Ideal sólo me resta decir que mientras el tiempo va formando los hombres del provenir, los que ya nos hemos abierto camino prosigamos la marcha sin detenernos hasta colocar a las masas en el puesto que por derecho les corresponde.

LUIS COLOM

(NOTA: EN ESTE NUMERO ARTICULO DE LLORENÇ BISBAL: “SOBRE LA ASAMBLEA NACIONAL CONSULTIVA”

 EL OBRERO BALEAR nº 1274

10 de septiembre  de 1926

1926 –LA IDEA DE CREAR UNA OFICINA PERMANENTE EN LA CASA DEL PUEBLO

PROBLEMAS DE LA CASA DEL PUEBLO

II

UNA OFICINA PERMANENTE

Quisiera que los socios de la Casa del Pueblo, y principalmente los que dirigen los sindicatos que allí dentro se cobijan, leyeran estos artículos desprovistos de toda pasión política y recelos personales; que comprendieran que la Oficina de que se trata no es ni puede ser instrumento de partido, sino un centro de trabajos útiles y comunes a todos; que el ideal de la Oficina no ha de ser mantener a un paniaguado cualquiera para no hacer nada o muy poca cosa, sino que ha de consistir, entre otros objetivos, en desembarazar a las sociedades obreras de todo el fárrago de trabajos escritos que absorben tiempo y energías a aquellos socios que, por ser los más voluntariosos y capacitados, ocupan cargos administrativos dentro los Sindicatos, no pudiendo, por tal motivo, dedicarlas al objeto por que éstos son creados, que no es, ciertamente, aburrir a los compañeros escribiendo actas, hacer estados de cuentas o registrar altas y bajas de socios en el libro correspondiente, lo cual, si bien es un trabajo necesario, no hay razón para que no pueda desplazarse de la Secretaria del Sindicato a la Oficina central, con lo que, además de llevarse dichos trabajos con más perfección y puntualidad, se daría lugar a un cambio de atribuciones de los secretarios de los Sindicatos en el sentido de sustituir los trabajos burocráticos por los de estudio acerca de las condiciones del trabajo de cada gremio o industria, circunstancias en que ésta se desenvuelve, elementos de que se nutre, beneficios que rinde, etc., como también llevar una estadística de salarios y estudiar los métodos de lucha más prácticamente conducentes al mejoramiento gradual de los trabajadores e incluso a su completa emancipación, empresa para la que se necesitan unos conocimientos que hoy no posee la clase obrera. Quisiera, en una palabra, que los compañeros de la Casa del Pueblo, sean cuales fueren sus puntos de vista ideológicos, no miraran esta cuestión con pobreza mental y espíritu de rutina, sino con sentimientos de innovación y fe revolucionaria, que revolución es todo aquello que tiende a transformar lo rutinario y caduco en formas nuevas de mayor progreso.

No quepa duda a los compañeros que centralizando en una Oficina común y permanente los trabajos de redacción y escritura de los documentos de las Sociedades, tales como actas, convocatorias, estados de cuentas, balances semestrales, manifiestos, oficios, instancias, reglamentos, talonarios, registro de socios, reclamaciones escritas a patrono y autoridades, etc., todo lo cual podría hacerse fácilmente con sólo facilitar los datos esenciales al oficinista, ala vez que cada entidad estaría mejor servida burocráticamente y podría formar un verdadero archivo de su documentación, que vendría a ser su historia escrita, se resolverían por completo aquellos casos de que hablaba en el pasado artículo, y que nadie puede negar, sobre incapacidad, imposibilidad o falta de voluntad en que se encuentran con frecuencia los Sindicatos para hacer dichos trabajos.

Libres las colectividades obreras de estos enredos, como lo están las patronales por tenerlos todos reconcentrados en una oficina como la que nosotros defendemos, -alguna vez hay que aprender del enemigo el camino-, todas sus preocupaciones y energías podrían y deberían encaminarse a educar a los trabajadores y a estudiar la estrategia de las luchas sociales para la mejor defensa de los intereses de sus respectivos gremios, y para ello lo mejor sería ir especializando en estos estudios a los respectivos secretarios una vez pasados a la Oficina central los trabajos que hoy absorben su atención. Esos secretarios especializados en el estudio de todo cuanto afecta a un oficio, ramo o industria, para orientar bien y sobre base de sólidos conocimientos a los obreros, los tienen todas las organizaciones que merecen el nombre de tales.

He insistido sobre este punto para que no se crea que la Secretaria u Oficina central implique la inutilización, por innecesarias, de las secretarías de los Sindicatos, sino todo lo contrario, lo que se persigue es desembarazarlas de un trabajo burocrático engorroso para que tengan más medios de desarrollar su actividad en aquello que afecta a sus intereses profesionales. Mi opinión, al menos, es esta, aparte de los otros aspectos de la cuestión que iré exponiendo en sucesivos artículos.

Desplazando de veintiuna entidad que existe en la Casa del Pueblo todos los trabajos que llevo mencionados, para encargarse de ellos la Oficina central, creo que ya hay trabajo para que un oficinista no pase el tiempo durmiendo. Y sin embargo, lo apuntado todavía no llega ni a la mitad de lo que yo creo debe hacer el que regente la Oficina en proyecto.

L[orenzo] B[isbal]

SOBRE LA CREACIÓN DE UNA OFICINA PERMANENTE EN LA CASA DEL PUEBLO

Montar una Oficina permanente al servicio de la sociedades de la Casa del Pueblo que cuidase de redactar, escribir a máquina y tramitar toda clase de documentos, tanto aquellos que afectan a la organización interior de las sociedades como los que se refieren a legislación social, montar esa Oficina debe ser un anhelo y la preocupación constante de los compañeros que estan al frente de las sociedades.

Es tan necesaria y tiene una finalidad de tan amplios beneficios para la clase obrera que no vacilamos en apoyar fervorosamente la iniciativa.

Es triste confesarlo, pero el mal no se cura ocultándolo, decía el compañero Rebassa, al abogar en su artículo para que se establezca la Oficina mencionada y añadía: ha habido que remitir cartas por ininteligibles.

Las anteriores palabras y las razones que además aduce son más que suficiente para llevar al convencimiento de todos los trabajadores  la firme decisión de que, cuanto antes, se organice la proyectada Oficina permanente.

El movimiento social, cuyos problemas de cada día más complicados, exige tener organización más perfecta.

Un Sociedad de resistencia que quiera funcionar y administrarse bien, que quiera obtener los innumerables beneficios que el cumplimiento de la legislación social proporciona, con un secretario que después de haber trabajado su jornal tenga que acudir a la secretaria a realizar esa ímproba labor de varias horas, no sabe lo que lleva entre manos. Y no reprochemos a esta o aquella entidad, no, todas más o menos llevan en su seno el germen de la esterilidad por no tener esa imprescindible moderna organización.

Es necesario salir de este estado de cosas.

El cumplimiento de las leyes sociales y demás disposiciones protectoras del Trabajo, tan extensas y complejas, Accidentes de trabajo, Tribunales industriales, Jornada de ocho horas, Dependencia Mercantil, Trabajo de mujeres y niños, Descanso Dominical, Contrato de trabajo, Jornada panadera,  Huelgas y Coligaciones, Leyes sociales de Guerra y Marina, Trabajo minero, Conciliación y Arbitraje, Retiro Obrero, Subsidio de Maternidad, Previsión y Ahorro, Comités paritarios, por sí sólo reclama a gritos la organización de esta Oficina permanente.

¡Cuántos beneficios que se malogran por no disponer de este organismo!

¡Cuántos perjuicios sufren los trabajadores cuando les ampara la ley!

¿Objeto de la Oficina permanente?

Ya lo han dicho en parte los compañeros que nos han precedido en la exposición del proyecto.

Se trata de crear una Secretaria central al servicio de las sociedades con una Dirección secundada por colaboradores a su servicio.

En nuestra manera de ver su labor se divide en dos aspectos:

Primero: todo lo que se refiera a trabajos propios del seno de las sociedades como Reglamentos, cartas, oficios, solicitudes, convocatorias, estados de Cuentas, balances, manifiestos, talonarios y

Segundo: hacerse cargo de cuanto afecte a legislación social y que hemos señalado pero no resolviendo una consulta sobre diferentes leyes sociales no, sino comenzando por admitir una denuncia, tramitarla, llevarla a término y así en todas las cuestiones que a cumplimiento de leyes protectoras del Trabajo se refiera.

Para ello el citado organismo, o mejor dicho, la entidad a que pertenezca, deberá estar en relación con los compañeros que tengan cargos en los organismos jurídicos, Delegaciones del Trabajo, Tribunales Industriales y otros.

¿Se comprende la “malla” de ese organismo central?

¿Dormir el compañero que estuviera al frente? ¡Menudo sueño!

Dos leyes, la de Accidentes y la de Tribunales Industriales, son capaces de quitarlo a un trabajador que no lleva en su haber ningún título sino única y exclusivamente la voluntad de saber.

Solamente un completo desconocimiento de la materia puede ser causa de que se viertan ciertos conceptos.

¿Es que se ignora lo que es fundamentar una demanda ante los Tribunales, requisito indispensable que preceptúa la ley de los Industriales o la de un accidente de trabajo? Y menos aún ¿se sabe lo que cuesta redactar un manifiesto o solicitud?

Si se sabe seamos sinceros pensando que no somos ningún Papiniano.

Que la Casa del Pueblo ganaría mucho animándose, es evidentísimo.

Otros puntos de vista no menos interesantes para exponer pero en una reunión donde se concretará esa feliz iniciativa.

Sumado nuestro voto en pro de la iniciativa nos vemos en la necesidad de exponer, con todo el respeto que merecen opiniones ajenas, un discrepancia.

No debe ser la Casa del Pueblo la que organice la Oficina permanente sino la Unión General de Trabajadores de Baleares.

Si se tratara de escribir documentos, es decir, realizar el trabajo material de escribirlos, en tal caso de acuerdo, sería otro servicio general de la Casa; pero no se trata de esto.

Para redactar y tramitar ciertos documentos, evacuar ciertas consultas y, en una palabra, orientar y dirigir una Oficina como la que se trata, no basta saber leer y escribir hace falta otra cosa tener la fe que infunden una ideología y una táctica perfectamente definidas como tienen los afiliados a la Unión General de Trabajadores.

¿Cómo puede impulsar y dar vida a ese organismo la Sociedad, por ejemplo, cuyos asociados crean que eso de las leyes protectoras del Trabajo y la intervención en los organismos jurídicos de carácter social s cosa poca menos que inútil?

Se argumentaría; ¿pero es que todo se reduce a la legislación social?, todo no, pero desde luego es la cuestión capitalísima.

Los 2.471 confederados de la Unión General de trabajadores de Baleares pueden atender con un poco de voluntad el gasto necesario de momento.

Falta solamente ganar la confianza de los asociados imprimiendo a la iniciativa un sello de serenidad, alejando suspicacias que, errores pasados mantienen quizás en algunos excelentes compañeros, para colocar la organización obrera, alejada de “ruidos” estériles y dañinos, a la altura que le corresponde.

Esta es nuestra opinión.

Simón Fullana

 EL OBRERO BALEAR nº 1275

17 de septiembre  de 1926

 

1926 –LA IDEA DE CREAR UNA OFICINA PERMANENTE EN LA CASA DEL PUEBLO

PROBLEMAS DE LA CASA DEL PUEBLO

III

UNA OFICINA PERMANENTE 

Si hubiésemos creído que la idea de crear una Oficina permanente había de reducirse a establecer una Secretaria al servicio exclusivo de la U.G.T. de Baleares y no de la Casa del Pueblo, como algún compañero sostiene, no hubiésemos terciado en la presente discusión para no desnaturalizar la iniciativa del Patronato y separarnos del acuerdo de las Directivas, que consiste en abrir discusión sobre aquella iniciativa, apoyándola o combatiéndola francamente, pero no haciéndola derivar por el sendero de la conveniencia de tal o cual entidad o grupo de entidades, por muy respetables que sean. La discusión está planteada sobre la base de si debe o no la Casa del Pueblo instalar una Oficina permanente al servicio de todas las entidades que en ella conviven, no de una o de varias solamente. Los que crean esto deben plantear la cuestión en el seno de sus respectivas Sociedades que es donde procede.

Yo, que creo ser uno de los que más contribuyeron a crear y dar vida a la U.G.T de Baleares y que le tengo a este organismo un entrañable cariño, sin oponerme a que tenga su Secretaria para atender cumplidamente a sus necesidades, opino que es la Casa del Pueblo quien debe establecer la Oficina permanente para que de ella puedan servirse la Unión General y las colectividades allí domiciliadas. Y mi opinión es tan firme y profunda sobre esta cuestión que creo sería una equivocación y un fracaso todo cuanto se intentase fuera de esta base. La Casa del Pueblo, como edificio y como entidad tiene y tendrá siempre carácter permanente por haberse creado única y exclusivamente para la clase trabajadora organizada, sin que pueda nunca tener otra finalidad que cobijarla colectivamente y servir sus intereses en todo aquello que esté a sus alcances y no se oponga al libre funcionamiento sindical. Esta circunstancia garantiza la estabilidad y éxito de la Oficina, que, siendo de la Casa del Pueblo, será siempre de la organización obrera y estará a su servicio como lo está el edificio, por ser suyo también.

La Oficina de la Casa del Pueblo, además de ofrecer la garantía de estabilidad permanente prestaría un servicio más general porque seria de todos, sería una propiedad social de toda la organización obrera sin distingos de ideales y tácticas. Su único ideal seria ser útil y servir bien a las organizaciones sin inmiscuirse en su funcionamiento ni importarle nada sus tendencias ideológicas.

La susodicha Oficina, además de los trabajos de redacción y escritura a máquina que llevamos mencionados en nuestros artículos anteriores, y que deberían ir orientados en relación a su urgencia en carpetas separadas con el nombre de cada entidad para evitar líos y confusiones, además de este trabajo que correría a cargo del oficinista, su misión habrá de extenderse a lo siguiente:

1º A coleccionar toda la prensa local y obrera de toda España en carpetas o departamentos adecuados.

2º A coleccionar igualmente toda la legislación social con obligación de estudiarla y conocerla para poder informar sobre ella en cualquier momento a las organizaciones, a sus asociados en los casos de necesidad y por medio de artículos en la prensa cuando su importancia lo requiriese.

3º Al llevar el archivo general de la Casa del Pueblo.

4º A tener bajo su custodia la Biblioteca de la Casa, llevándola bien ordenada bajo inventario de los libros y sirviéndolos a quien se los pida para su lectura en el departamento de la Oficina, que será a la vez el mismo de la Biblioteca.

5º A orientar a los socios acerca de sus derechos con respecto a los accidentes de trabajo, jornada máxima legal, retiro obrero, comités paritarios, subsidios de maternidad, código del Trabajo, contratos sociales, Tribunales Industriales, etc., etcétera; y

6º A redactar demandas judiciales sobre despidos injustos del trabajo u otros casos en que los intereses y derechos atropellados de los asociados lo requieran (Sobre esto convendría que la Casa del Pueblo estableciera convenio con algún abogado.)

Como se ve no es poco trabajo el que nos permitimos asignar a la Oficina permanente. Sin embargo, creemos y estamos casi seguros que con siete u ocho horas de trabajo diario podría un empleado capacitado y cumplidor de sus obligaciones –y no hay más remedio que serlo sopena de perder el destino- salir airoso de su cometido.

La Oficina, a mi juicio, debe estar bajo la dirección y vigilancia del Patronato, quien deberá responder de su buen funcionamiento ante las reuniones mensuales de los presidentes. Estos, juntamente con el Patronato, nombrarán al empleado de la Oficina y señalarán su sueldo que de momento no creo deba pasar de los 35 duros al mes, pudiendo ser el presupuesto total de 40, incluido sueldo y gastos de material de Oficina.

La jornada del oficinista, para resultar útil al objeto que se persigue, debería distribuirse, a juicio mío, del siguiente modo: cuatro horas por la mañana, empezando a las 9 y terminando a la una y cuatro más por la tarde que podrían empezar a las 6 hasta las 10, con objeto de que las organizaciones y sus asociados tuvieran lugar en las horas fuera de trabajo de utilizar los servicios de la Oficina para consultar y demás.

Hemos calculado en 40 duros al mes, por de pronto, los gastos totales de la Oficina y en el próximo número trataremos de la posibilidad de obtener esa cantidad sin grandes trastornos para la economía de las Sociedades.

L[orenzo] B[isbal]

 EL OBRERO BALEAR nº 1276

24 de septiembre  de 1926

 

1926 –LA IDEA DE CREAR UNA OFICINA PERMANENTE EN LA CASA DEL PUEBLO

PROBLEMAS DE LA CASA DEL PUEBLO

IV

UNA OFICINA PERMANENTE

Es hora ya de terminar esta serie de artículos y vamos a hacerlo con el presente. En los anteriores hemos tratado, quizá demasiado extensamente, sobre la necesidad, conveniencia y finalidad de la proyectada Oficina permanente, de la que saldrían, si se creara, enormemente beneficiadas las organizaciones de la Casa del Pueblo y la causa que defienden; hoy vamos a demostrar, si podemos, la posibilidad económica de su creación y funcionamiento. Porque no basta que las cosas sean hermosas y buenas en teoría, es preciso que tengan realización práctica y esta, a nuestro entender, la tiene.

Desde luego la institución de la Oficina, aún contando con la utilización de muebles y utensilios que la Casa del Pueblo posee, requiere por de pronto un gasto de setecientas a ochocientas pesetas para la adquisición de una máquina de escribir y aquellas cosas más indispensables a una institución de esta naturaleza. El Patronato de la Casa dispone de esta cantidad y por consiguiente el problema es fácil de resolver, aunque después se estudiara la manera de reembolsar nuevamente la cantidad a este objeto gastada en forma que no ocasionara gran sacrificio para las Sociedades y a fin de que el fondo general de reserva pudiera en cualquier momento responder a las eventualidades a que está expuesto un gran edificio como el nuestro.

La suma que hemos mencionado se refiere únicamente al coste de instalación y por consiguiente es gasto de una sola vez. En cuanto al gasto de funcionamiento, que calculamos en el anterior artículo en un total de 40 duros mensuales, habrá de ser objeto de un presupuesto mensual también, no para fijar la cuantía, que ya estará fijada de antemano y que regularmente tendrá poca variación, sino para fijar los ingresos en relación a dicho gasto y a los demás de la Casa del Pueblo mediante prorrata que puede variar, y varia, según sea el movimiento mensual de socios, pues según si es mayor o menor el número de éstos puede aumentar o disminuir la cuantía de la cuota que mensualmente se fija para subvenir a los gastos generales en los que, a nuestro juicio, habrán de estar incluidos los de la Oficina.

Un pequeño estudio hecho del movimiento general de socios en relación con la cuota que han venido satisfaciendo para las atenciones generales de la Casa del Pueblo durante el tiempo que va del presente año, nos ha convencido de que aumentando dicha cuota en CINCO céntimos mensuales se podría atender al gasto de funcionamiento de la Oficina. Hagamos cuatro números.

Llevamos nueve meses transcurridos del año y el movimiento de socios cotizantes de la Casa del Pueblo acusa un promedio mensual de 1.891 socios incluidas 250 bajas que ha presentado este mes “Unión Algodonera” debido al cierre de la fábrica “La Hilandera”. La cuota mensual que se ha pagado ha sido de 0’20 pesetas por asociado y ha dejado un promedio de beneficio líquido, pagados todos los gastos y atenciones del edificio, de 57’58 pesetas mensuales. Si aumentamos esta cuota en cinco céntimos más, suponiendo el mismo promedio de cotizantes, el beneficio alcanzará la suma de 152’13 pesetas al mes, que podrán destinarse al sostén de la Oficina. A ése mismo objeto podrán destinarse las 25 pesetas con que se retribuye a los dos secretarios de la Casa, ya que sus trabajos materiales pasarán a la Oficina.

Por consiguiente ya tenemos 177’13 pesetas de las doscientas que buscamos, faltando solamente para completar esta cantidad 22 con 72 céntimos. La Unión General, a nuestro entender, podría pagar 10 o 15, ya que su cotización de cinco pesetas al mes que viene satisfaciendo ahora seria exigua teniendo en cuenta que ella sería la que más provecho podría sacar de la nueva institución enviando a ella todos los trabajos materiales de su Secretaria, que no son pocos, con lo que ahorraría el tener que asignar una retribución algo cuantiosa a su secretario por estos trabajos, pudiéndola limitar bastante.

Nos encontramos alrededor de las doscientas pesetas que presupuestamos para la Oficina, pues faltan sólo unas ocho que no vale la pena discutir ya que el cálculo hecho para gastos de material (25 pesetas mensuales) podría incluirse, por ser excesivo, en más de dicha cantidad.

Con lo expuesto creemos queda demostrada la posibilidad económica de la susodicha Oficina sin trastornos ni quebrantos para las sociedades. El problema queda resuelto pagando veinticinco céntimos mensuales cada socio en vez de veinte, o sea la misma cuota que se venía pagando en los años 1924-25, cuota que a mucho elevarse podría llegar a 30 céntimos en el supuesto de que el promedio de cotizantes sufriera una disminución de algunos centenares, cosa que si bien es posible no es probable, máxime teniendo en cuenta que el servicio de la Oficina habrá de ser un atractivo para el ingreso de nuevas sociedades en la Casa del Pueblo.

Y con lo dicho damos por terminada, ahora, nuestra intervención en este asunto de capital importancia para nuestras organizaciones obreras, esperando que al tratarse de llevar a la práctica la iniciativa del Patronato no se tendrá en cuenta más que el bien de dichas organizaciones, con el que no deben mezclarse nunca las pasiones de índole personalista ni de grupo.

L[orenzo] B[isbal]

 EL OBRERO BALEAR nº 1277

1 de octubre de 1926