Se apasiona hablando de una historia (o de unas
historias) que ama. Es de trato jovial,
entusiasta. Dolors Marín (l'Hospitalet,
1957) se licenció (UB, 1988) y se doctoró en
historia (UB, 1995), y desde el presente curso
trabaja en un instituto de bachillerato de Palma.
Ha publicado diversos estudios sobre el anarquismo
en Catalunya.
Le pregunto si Barcelona en algún momento se
erigió en la capital europea del anarquismo. Me
responde: Dolors Marín.- Desde finales del siglo
XIX hasta la Guerra Civil, sí. Coincidieron
socialismo utópico, federalismo y catalanismo en
una misma ciudad. En el XIX se publica La
Tramuntana, el primer semanario anarquista en
catalán. Lo dirigía el tipógrafo Josep Llunas y
colaboraban, entre otros, Eudald Canivell, Emili
Guanyabéns y Antoni Pellicer. Fue una publicación
anticlerical y obrerista...
Llorenç Capellà.- Frecuentemente
se ha asociado el anarquismo en Catalunya con la
inmigración castellana.
D.M.- Ya lo sé. Se ha dicho que
el anarquismo era una exclusiva de los murcianos.
Y no es cierto, ya que se consolida, en Barcelona,
a partir de los movimientos migratorios del
interior, procedentes, sobre todo, de Lleida. La
CNT es un sindicato puramente catalán, ya que
se fundó en 1910, cuando aún no se había iniciado
el aluvión inmigratorio. Los murcianos llegan en
masa, a Barcelona, en los años veinte. Incluso la
FAI tiene una gran presencia catalana.
Garcia Oliver es de Reus. Y Josep Xena, de
Cassà de la Selva...
L.C.-...
D.M.- El anarquismo catalán es de
influencia francesa. Y Francia se convirtió en el
refugio natural de quienes, desde Catalunya, se
veían obligados a cruzar la frontera. ¿Que el uso
de la violencia no es consubstancial al carácter
catalán...? ¡No me digan eso...! Las Bullangues,
y aún no habíamos llegado a la mitad del siglo XIX,
suceden en Barcelona.
L.C.- ¿Será, el anarquismo, un
movimiento urbano...?
D.M.- Al cien por cien. Tenga en
cuenta que se alimenta de la red obrerista como
pueden ser las mismas fábricas, los ateneos...
Además, reconstruye los lazos afectivos que el
payés ha roto cuando emigra del campo a la ciudad.
Al amparo del anarquismo se recomiendan lecturas,
se organizan excursiones dominicales, chico conoce
a chica...
L.C.- ¿Qué me dice...?
D.M.- Que entre los jóvenes que
participan en las excursiones o se relacionan en
el ateneo, surgen infinidad de parejas que pasan a
formar parte de la potente estructura social del
anarquismo. Los comunistas actuaban de otra
manera, pues los comités se estructuraban a partir
de células formadas únicamente por hombres. En el
anarquismo, en cambio, no hay privilegios de sexo.
Aunque en la acción directa el protagonismo es,
básicamente, masculino. Se iniciará cuando la
CNT asume la vía sindical y proliferan los
boicots laborales, las bombas... Se producen más
atentados en Barcelona que en el conjunto del
Estado.
L.C.- ¿Por la actitud de la
patronal...?
D.M.- Claro. En España había
caciques, pero muy pocos empresarios. En cambio,
en Barcelona, los empresarios amasan fortunas y
los obreros malviven. A principios del siglo
pasado, la media de vida de un trabajador
industrial era de treinta y cinco años. Mi
bisabuelo no vivió más... Y a todo esto añádale
que los hospicios estaban a rebosar. En 1909 hay
más prostitutas en Barcelona que en cualquier otro
puerto del Mediterráneo.
L.C.- ¿Qué le pasó a su
bisabuelo...?
D.M.- Trabajaba en una fábrica de
sedas y cayó tuberculoso. Murió a los treinta y
pocos años y dejó a la viuda y a los hijos en el
mayor de los desamparos.
L.C.- ¿Tragedias como ésta, la
ayudaron a escoger el anarquismo como tema de
estudio?
D.M.- Puede que me influyeran,
pero me decidí después de leer a Manuel Cruells y
a otros historiadores que nos hablaban de una
gente olvidada a causa de la guerra. En el
Hospitalet de mi infancia la guerra era un tema
tabú.
L.C.- ¿Y...?
D.M.- Me puse a investigar.
Busqué la complicidad del vecindario y descubrí un
pasado deslumbrante. ¡Si incluso pude conocer a
quienes fueron compañeros de Quico Sabaté...! Le
hablo de los años setenta. ¡Lo que se perdió la
Universidad por no salir de las aulas...! Conseguí
hablar con Josep Peirats, con Lola Iturbe,
con Josep Xena, todos ellos historia viva del
obrerismo... Cuando regresaron a Barcelona, a la
muerte de Franco, casi nadie se interesó por sus
recuerdos. En una Diada, en el Fossar de les
Moreres, me fijé en un anciano que discurseaba. Le
saludé y resultó ser Joan Blanc ¡uno de los
combatientes que, en el veintiséis, había entrado
con Macià en Prats de Molló...!
L.C.- ¿Qué tal se comportaron los
anarquistas que, durante la guerra, fueron
ministros?
D.M.- Pusieron buena fe, de eso
no hay duda.
Federica Montseny estuvo al frente de la
cartera de Sanidad y no hubo, ni en los frentes ni
en la retaguardia, grandes infecciones.
Joan Peiró,
desde Industria, diseñó el decreto de
incautaciones y proyectó la creación de un banco
de crédito industrial.
L.C.- ¿Y
García Oliver?
D.M.- Estuvo al frente del
ministerio de Justicia. ¡Ya me dirá! ¿Qué podía
hacer un atracador en Justicia...? Al margen del
chiste fácil, le diré que se preocupó por destruir
los antecedentes penales anteriores al treinta y
seis lo cual, en una Europa que caminaba hacia el
fascismo, debió de salvar muchas vidas. Y prestó
atención preferente a los niños de los orfanatos.
Aquellos anarquistas eran hijos de la Ilustración
y pensaban que el hombre es bueno por naturaleza.
Después de la Segunda Guerra Mundial comprendieron
que su ideario carecía de futuro.
L.C.- En Catalunya y en España
quedaron los maquis.
D.M.- Es cierto. Son el último
bastión de un gran sueño. Décadas más tarde habrá
otro anarquismo con un nuevo envoltorio: los
hippies, las propuestas naturistas, la lucha
antinuclear.... Pero yo me siento atraída por el
anarquismo de la posguerra. Cada seis de enero, en
el aniversario de su muerte, viajo a Sant Celoni
para depositar flores en la tumba de Quico Sabaté.
L.C.- ¿Se halla vivo, aún, en la
memoria sentimental del Hospitalet?
D.M.- Claro. Un grupo de amigos
hemos organizado, para las mañanas de los
domingos, una ruta cultural por los lugares que
frecuentaba. Visitamos la escuela a la que
asistió... El primer banco que atracó: una
sucursal del Banco Hispano Colonial, más tarde
convertido en Banco Hispano Americano.
L.C.- ¿Y no protestan los
representantes de la moral oficial...?
D.M.- Qué va. En el Hospitalet la
moral imperante es la moral obrera. Y, ya sabe,
las cosas cambian de color según el cristal con
que se miran.
García Oliver afirmaba que es más inmoral
fundar un banco que robarlo.
L.C.- Los bancos han provocado la
actual crisis. Así que debo admitir que el tiempo
le ha dado la razón.
D.M.- Bromas al margen, a Quico
se le quería. Es sorprendente la abundancia de
material gráfico que vamos recogiendo de sus
visitas clandestinas al barrio. Nos lo ceden los
vecinos. ¿Sabe lo que significa esto...?
L.C.- ¿Qué se paseaba con la
mayor impunidad...?
D.M.- Eso es. ¡Le protegían...!
Antes de significarse en la lucha armada había
trabajado como electricista. Pues bien, cuando
supo que su patrón había muerto no quiso faltar al
funeral. Y acudió. Y nadie lo denunció. Uno de mis
tíos, también electricista, le había tenido por
compañero de taller.
L.C.- ¿Y qué le contaba?
D.M.- Nada de nada. Por cautela o
por miedo. O por las dos cosas. Cuando llegaron
los de Franco al Hospitalet, pusieron a un
capellán castrense al frente de la parroquia. Y
los soldados se repartieron por el vecindario.
Comían en sus casas. Dormían en sus casas.
L.C.- ¿Espiaban...?
D.M.- Usted dirá. Todo el mundo
los odiaba. Y conste que la mitad de las casas
estaban vacías, porque muchas vecinas habían
marchado hacia Francia a pie, con sus niños de la
mano. La represión fue brutal. Es comprensible que
surgieran personajes románticos como el Quico,
como Facerias...
L.C.- Facerias cayó en una
emboscada, en el cincuenta y siete.
D.M.- Y Sabaté en el sesenta.
Todos fueron cayendo. Pero les sobrevive un halo
de honestidad. Facerias solo atracaba a los ricos.
Y Quico Sabaté repartía el dinero robado entre las
familias de los presos. Hay un hecho constatable.
Sus hijas han llevado una vida más bien modesta.
L.C.- Continuemos en Barcelona.
Se culpa a los anarquistas de los paseos, tan
abundantes en los primeros meses de la guerra.
D.M.- Todas las revoluciones
tienen una parte de violencia incontrolada. Aún
así, los historiadores aún no hemos averiguado
quien movía los hijos de las patrullas de control.
L.C.- ¿Qué sabe usted...?
D.M.- Nada. Pero tuve la
oportunidad de comentarlo con
Ventura Gassol. Y también tenía sus dudas
sobre el origen de tanta violencia. Lo cierto es
que los anarquistas, tan fieros ellos, llegaron a
Montserrat y no molestaron ni a un solo fraile. ¿Y
sabe por qué...? Porque veneraban los libros.
Sentían un respecto enorme por la cultura.
L.C.- Algo se le habrá
impregnado, a usted, de ellos.
D.M.- Puede que la alegría de
vivir. Pero también un sentido trágico de la vida
que se traduce en dignidad.
L.C.- ¿Se refiere...?
D.M.- A que abandonaron Catalunya
hambrientos y vestidos con harapos. Y, en el
exilio, supieron rehacerse. Luchando, sino con las
armas, con la actitud positiva de quien jamás se
da por vencido.
Dolors Marín recuerda la escasez de estudios
rigurosos en torno a la historia del anarquismo en
Catalunya. Esta anomalía, si nos centramos en
Mallorca, se agrava. La CNT fue fundada en 1910,
en Barcelona. Y dos años después se publicaba, en
Palma, El Rayo (1912-1914), un semanario de
tendencia anarquista controlado por el Centre de
Picapedrers.
El
Grup d'Estudis Llibertaris Els Oblidats ha
publicado "Cent
anys construint llibertat, la CNT a Mallorca
1910/2010", en un intento de desenterrar
un siglo de historia. Y algo han conseguido. Cada
vez es menos espeso el olvido. Resurge
Francesc Tomàs (1850-1903), un icono de la
lucha obrera. O Pere Font Adrover, el Iaio,
compañero de Facerias y fusilado en el Camp de la
Bota, en 1952, después de haber intentado por dos
veces acabar con la vida de Franco. Y también
otros hechos, siempre relacionados con Barcelona,
que son historia y corazón: el mitin que dio en
Palma
Salvador Seguí, igualmente conocido como El
Noi del Sucre, acompañado por el doctor Jaume
Queraltó, autor de un libro titulado "Aspecto
social de la lucha contra la tuberculosis"
(1910) en el que denunciaba la insalubridad y el
hacinamiento en los centros de trabajo y barriadas
obreras. O los de
Àngel
Pestaña i
Federica Montseny. O la negativa, en 1931, del
Sindicat de la Fusta, también controlado por la
CNT, a reparar las puertas de la prisión Modelo,
de Barcelona, repleta de obreros y que finalmente
fueron reparadas por carpinteros adscritos a UGT.