En la mañana del domingo 19 de julio de 1936, el comandante militar de Baleares, Manuel Goded, se disponía a trasladarse a bordo de un hidroavión hacia la ciudad de Barcelona con el objetivo de encabezar la insurrección militar en la capital catalana. Antes de partir, se dirigió a sus subordinados diciéndoles: … Si oyen que el general Goded se ha entregado, sonríanse. El general Goded ni se entrega ni se rinde.
Con anterioridad, Goded había declarado el estado de guerra en todo el archipiélago balear a través de un bando que contenía pasajes extremadamente duros: … será pasado por las armas todo aquel que intente en cualquier forma de obra o de palabra hacer la más mínima resistencia al movimiento salvador de España. El golpe militar, que apenas había encontrado resistencia en Mallorca, comenzaba su singladura y las crueles órdenes contenidas en el bando fueron escrupulosamente ejecutadas sin piedad. Manuel Goded Llopis, de ascendencia catalana, nació en 1882 en Puerto Rico. Su biografía contiene la historia de una permanente actitud conspirativa que le acompañó hasta el fin de sus días. Ingresó en la Academia de Infantería cuando a penas era un adolescente, desarrollando una brillante carrera militar que le llevó a los 24 años al grado de capitán de Estado Mayor siendo ascendido, precozmente, al generalato en 1926. Como otros militares de su tiempo, consiguió su meteórica carrera a través de los servicios prestados en la contienda bélica que en aquellos años afectó al Protectorado de Marruecos. Su apoyo inicial a la dictadura del general Primo de Rivera derivó hacia una actitud crítica frente al dictador y, a la caída del mismo, durante la denominada dictablanda -protagonizada por el general Dámaso Berenguer - , fue nombrado subsecretario del Ministerio del Ejército. Podía haber sido nombrado ministro si Alfonso XIII se hubiera mantenido en el trono ya que en febrero de 1931, Sánchez-Guerra preparó un Gobierno en el que se le asignaba la cartera del Ejército, hecho frustrado tras los acontecimientos que motivaron la caída de la monarquía. La proclamación de la República el 14 de abril de 1931, dio paso a un gobierno en el cual Manuel Azaña desempeñaría el cargo de Ministro de la Guerra y nombraría a Goded Jefe de Estado Mayor Central del Ejército. No obstante, los desencuentros y enfrentamientos no tardaron en surgir, extendiéndose entre una parte de los mandos militares una clara animadversión hacia el sistema democrático singularizado por el Estado republicano. Goded no dejaría de estar presente en todos los movimientos que se gestaron para derribar a la República. Su actitud queda ejemplarizada en hechos como el ocurrido el 27 de junio de 1932, cuando, en el campamento militar de Carabanchel (Madrid), tuvo lugar un incidente provocado por varios militares de alta graduación, en el cual nuestro protagonista tuvo una actuación destacada. Se trataba de un acto -realizado sin consentimiento de las autoridades republicanas- de confraternización entre los soldados de infantería de la guarnición de Madrid y los cadetes pertenecientes a las academias militares que a la sazón se encontraban ubicadas en las cercanías de la capital. En los discursos los mandos se mostraron críticos con la política militar del Ministro de la Guerra, por aquel entonces todavía en manos de Manuel Azaña, y especialmente contrarios al proyecto de Estatuto para Cataluña. Goded terminó su intervención con la frase … ¡Viva España! y nada más!, omitiendo el preceptivo ¡Viva la República! siendo su actitud recriminada por el teniente coronel Julio Manglada – de su misma promoción-. Manglada fue arrestado por el general Villegas aunque posteriormente absuelto por orden gubernativa. Unas semanas antes, el general Millan Astray se había presentado en la Academia de Artillería solicitando un caballo y, en compañía de varios jefes, obligó que se le rindieran honores haciendo desfilar ante el equino a los cadetes. Incidentes como los relatados, no eran más que expresiones del ambiente enrarecido que se vivía previo a la primera intentona golpista fraguada el 10 de agosto del 32 cuando tuvo lugar la frustrada sublevación militar contra la República encabezada por el general Sanjurjo. En 1934, durante el mandato de José María Gil Robles como Ministro de la Guerra, se optó por el general Franco en detrimento de Goded – que poseía fuertes respaldos en el seno de la CEDA- como Jefe del Estado Mayor del Ejército, lo cual acrecentó las suspicacias entre los dos generales rivales. Según criterio expresado en sus Memorias por el que fuera artífice destacado del nuevo régimen franquista y cuñado del general Franco, Ramón Serrano Suñer, … el general Franco desconfiaba de Goded y vivía respecto a él en una tensión de rivalidad a la que Goded correspondía. No obstante, ambos generales, tuvieron un papel destacado en la sangrienta represión que se volcó contra la insurrección asturiana de octubre del 34. En julio de 1936 su destino debería haber sido encabezar la rebelión en Valencia, pero, según relato de José Maria Gil Robles en su obra No fue posible la paz, por orden del general Mola, fue destinado a Barcelona habida cuenta las desavenencias existentes entre el general y los insurrectos valencianos. Manuel Goded no pudo cumplir su misión en la capital catalana ya que allí el golpe militar fracasó. La intervención de fuerzas leales al gobierno de la República y a la Generalidat contó con la actuación simultánea y decisiva de la movilización popular - en la que destacó la fuerza del anarcosindicalismo- lo que posibilitó la neutralización de los insurrectos y la detención de sus principales cabecillas.
Ante un Consejo de Guerra, los generales Fernández Burriel (de paisano) y Goded (de uniforme) escuchan la sentencia de muerte inmediatamente ejecutada. Ante la presencia del presidente de la Generalitat, Lluís Companys, el general Goded realizó las siguientes manifestaciones por Radio Barcelona: La suerte me ha sido adversa y he caído prisionero; si queréis evitar el derramamiento de sangre, quedáis desligados del compromiso que teníais conmigo. Posteriormente, a bordo del buque Uruguay se celebraba el consejo de guerra que condenó al general Goded junto al también general Fernández Burriel a la pena de muerte que fue ejecutada en los muros de Montjuic el 12 de agosto de 1936 Durante decenios, una de las principales arterias de la ciudad de Palma ha llevado el nombre del general Manuel Goded. En 1938, su hijo publicó un libro laudatorio hacia la figura de su progenitor que no dudó en titular Manuel Goded, un “faccioso” cien por cien. Hoy, pasados tantos años, aún quedan vestigios en nuestra ciudad que señalan que en este país el fascismo no finalizó tras la toma de Berlín por las fuerzas aliadas, aunque sólo sean una cruz dedicada a los Caídos por Dios y por la Patria, una calle que lleva el nombre de uno de los fundadores de Falange – Ruiz de Alda- , un monumento dedicado a un buque de guerra – el crucero Baleares – sin olvidar que todavía alguna que otra vía publica de Palma posee su denominación evocando a miembros de la fuerza expedicionaria organizada por el régimen de Franco para ayudar militarmente a la Alemania nazi de Adolf Hitler, - denominada División Azul-, la cual, bajo mando de la Wehrmacht, operó en el este europeo en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Palma, 16 de julio de 2008 |