Ante el Congreso extraordinario de la Federación Local

El Congreso extraordinario convocado por el Comité Central y solicitado por el Sindicato de la Madera era de suma necesidad.

Las entidades más numerosas, las que tienen criterio propio y no necesitan alimentarse del manantial de sabiduría (mal empleada) de que son “únicos poseedores” los socialistas de por acá, han recibido con satisfacción la convocatoria del Congreso extraordinario.

Los puntos o proposiciones que se van a tratar en el citado Congreso, han producido la desesperación entre los elementos socialistas.

Hacen una crítica apasionada impregnada de odio y de venganza contra el Comité Central. Critica propia de fregonas y no de hombres propicios a ser condecorados por su gran “elocuencia e indiscutible sabiduría”.

El derecho a la crítica es innegable. Pero vamos a ver si los hombres que la realizan son dignos de poder emplear este derecho.

¿Qué autoridad pueden tener los socialistas para criticar tan duramente la labor de un Comité, si ellos han ejercido, y continúan ejerciendo, un indigno sabotaje contra las disposiciones reglamentarias y acuerdos de la Federación?

¿Qué derecho pueden tener estos caudillos a criticar la labor de un Comité que ellos auguran su fracaso desde el primer día en que se posesionó de la dirección de la Federación Local?

Se preguntaran los obreros: ¿Por qué esa campaña contra el Comité al que las Asambleas de Directivas han aprobado siempre su gestión? Porque los compañeros que forman el Comité Central no son socialistas ni comulgan con las hostias de Viena.

Hubo un tiempo que en la Casa del Pueblo el que no era socialista tenía que cerrar su boca o meterse a simple espectador de la farsa. Quieran o no quieran los socialistas, los tiempos han cambiado y con este Congreso extraordinario tendréis ocasión para convenceros de que las masas de obreros conscientes con criterio propio, no están de parte de los redentores de postín, ni quieren el menor contacto, no convivencia alguna con la selección de hombres que por conveniencias de partido han sacrificado a veces la organización.

¿Qué mejor ocasión la de un Congreso extraordinario para discutir la gestión del Comité Central con la huelga de zapateros y para sacar a la luz los verdaderos culpables de su fracaso?

¿Qué mejor ocasión la de un Congreso extraordinario para poner en práctica aquella frase de Simón Fullana: “Los vendidos a Verga, a un lado …”

Quiero aunque sucintamente, exponer mi criterio sobre los diversos puntos del orden del día.

Primera proposición. “Dada la evolución de toda organización obrera nacional e internacional ¿nos convendría seguir los principios y tácticas de la organización moderna y por lo tanto adherir la Federación Local a la Confederación Nacional del Trabajo de España o sea la Federación Regional del Trabajo de Palma que la que aquí la representa.

En diferentes ocasiones se ha mencionado la necesidad de señalar una táctica determinada para que pudiese regirse la Federación Local y devolver ésta su actividad.

Por apatía de la clase obrera con estas cuestiones palpitantes o por cobardía de sus directores no se han llevado a cabo estas reformas dejando a la organización un carácter socialista.

La primera proposición tiende a subsanar errores, habidos y por haber, dentro la organización obrera de Palma, y lo que nos duele es no haber abordado más pronto estas cuestiones y tal vez hubiéramos evitado ciertos desastres que ha tenido que sufrir la organización palmesana por carecer de una base sólida.

La clase obrera tiene ante su vista dos caminos opuestos dos tácticas tan diferentes, dos ideologías distintas.

La Internacional Sindical Roja, vanguardia revolucionaria del proletariado conciente que representa el azote más terrible contra el capitalismo mundial, está representada en España por la Confederación General del Trabajo.

La Internacional Sindical de Amsterdam de libres aprovechados como Gompers Oudegust, Joahux Thomas, etc., etc., que representa la colaboración más repugnante con los buitres capitalistas está representada en España por la Unión General de Trabajadores.

La actividad revolucionaria de estos dos organismos está a la vista de todo el mundo. Mientras se persigue bárbaramente a la Confederación y son asesinados en plena calle sus mejores militantes, las autoridades, el Gobierno, deja libre a la Unión General de Trabajadores para que pueda propagar sus tácticas poco peligrosas para el capitalismo.

Pero dentro la Unión General de Trabajadores existe una masa activa y consciente que desea su adhesión a la Internacional Sindical Roja de Moscou. Y, por otra parte, existe el interés para la clase trabajadora de hacer de los dos organismos uno sólo de combate ¿cómo lograr pues, este objeto?

A nuestro entender se puede lograr haciendo que los partidarios de la Internacional Roja de Moscou propaguen sus principios entre las masas afectas a la Unión General de Trabajadores y obliguen a este organismo a que tome el acuerdo de adherirse a la Sindical de Moscou. Y una vez tomado el acuerdo, se encontraría las dos organizaciones sindicales en un terreno común que les permitiría hacer la fusión fácilmente.

Luego el interés de la clase obrera pide que se respete la autonomía de las secciones de pertenecer a uno u otro organismo lo que importa es que todas las secciones trabajen para que ambos organismos hagan efectiva su adhesión a Moscou.

Segunda proposición. ¿No sería un beneficios para la organización que las entidades políticas no estuvieran en contacto con las demás entidades económicas y de educación y por lo tanto estuvieran fuera del local.

Si sacando fuera de la Casa del Pueblo a los partidos políticos tuvieran que terminar las luchas intestinas, abogaríamos para que el Congreso aprobara la segunda proposición. Pero teniendo certeza de que los rencores y los odios continuarán aunque el Congreso acuerde lo que indica esta proposición es porque no veo la eficacia que pueda tener dicho acuerdo.

Tercera proposición. ¿No seria conveniente que las entidades obreras de Palma rechazaran el donativo de la Casa del Pueblo por D. Juan March en la forma que está hoy la escritura y al mismo tiempo la subvención del alquiler de la que hoy ocupamos?

Antes de el comentario que requiere la tercera proposición es preciso que con preguntas discretas hagamos reflexionar a los trabajadores entre ellos los que pusieron su firma bajo el texto de la escritura.

¿El donante de la Casa del Pueblo don Juan March, es hoy el don Juan del año 18 tan amable y bonachón con los trabajadores?

¿No hubiera podido evitar D. Juan March el conflicto metalúrgico?

¿No es un contrasentido regalar un edificio a los trabajadores y luego destruir sus organismos de defensa?

¿Consideran los trabajadores prudente el que las sociedades y el mismo Comité Central tengan que someterse a la omnímoda autoridad de un Patronato compuesto de patronos, obreros y traidores a la organización?

¿Los presidentes que firmaron la escritura de donación podían representar el pensamiento de los asociados si la escritura no había sido leída en ninguna asamblea magna ni en juntas generales de las secciones federadas?

Hoy nos encontramos en que dentro los que forman el Patronato hay un patrono: Mateo Barrera, sin pertenecer a ninguna entidad política ni sindical de la Casa del Pueblo. Como también hay un esquirol de la Metal·lúrgica, Bosch.

¿Puede el Comité Central evitar este bochornoso espectáculo? No puede. La escritura hace nula la autoridad del Comité para estos casos.

Aunque a los socialistas les pese, el Congreso puede, sin cometer ninguna clase de tonterías, rechazar el donativo de D. Juan March. Aunque después lo recojan con mil amores los poco escrupulosos socialistas.

La escritura no puede modificarse. Solo nos resta un recurso. El siguiente:

Primera.- Que se haga una escritura privada entre el Patronato y las sociedades obreras, con el sentido de conceder toda la autoridad al Comité Central en todas aquellas cuestiones que afectan a la organización limitando las atribuciones del Patronato a cuidarse de la conservación del edificio.

Segunda.- En caso de fallecimiento de un miembro del Patronato las organizaciones obreras tengan facultades para designar al que haya de sustituirle.

Tercera.- En caso de que un miembro del Patronato faltase a sus deberes con la organización pueda ser juzgado y en su caso destituido, por las mismas organizaciones obreras.

IGNACIO FERRETJANS

El Comunista Balear

Nº 13, 15 de marzo de 1922